domingo, 3 de enero de 2021

APRENDER DE EGIPTO


Todos los monumentos que nos ha legado el Antiguo Egipto son templos para el culto de los dioses o sepulcros para el culto de los muertos. Estas dos ideas, la divinidad y el más allá, dominaron su vida. Estatuas de dioses, sarcófagos y momias, muebles funerarios y amuletos, todo nos presenta al hombre adorando y sacrificando. La religión constituía un aspecto fundamental de la vida de los egipcios, y se prolongaba incluso después de la muerte. De aquí el culto sumamente especial y fervoroso que rendían a los muertos. 

Este pueblo creía firmemente que, después de morir, el alma del hombre viviría feliz sólo si se daba un tratamiento especial al cadáver para preservarlo de la corrupción. De esta manera perfeccionaron el proceso de conversión llamado embalsamiento, por el cual convertían los cadáveres en momias que colocaban en sarcófagos. Estos se decoraban con mayor o menor suntuosidad, dependiendo de la jerarquía social del muerto. En la tumba se depositaban diversos objetos que, se creía, el difunto podría necesitar o echar de menos en la otra vida. Aves y gatos, entre otros animales, eran también embalsamados para servir de compañía a los hombres en su viaje al otro mundo. 

No podía faltar la inclusión de un papiro en el las que se consagraban las virtudes y buenas obras del difunto, con la finalidad de que fuera juzgado indulgentemente por Osiris, el dios de la otra vida, en el tribunal de los muertos.

Reino antiguo (2686-2181 a. C.)

Durante el reino antiguo, Egipto consolidó su estado y su civilización. El monarca tenía un poder absoluto y gobernaba desde la capital, Menfis, en el Bajo Egipto. Sin embargo, recibía la ayuda de otros cargos como el visir o los nomarcas los jefes de los distintos nomos (regiones territoriales). La administración se fortaleció y se hizo más compleja, en parte por el enorme esfuerzo (de mano de obra, administrativo, de coordinación, de material constructivo) que requería la construcción de monumentos a gran escala, como las pirámides, que se comenzaron a construir durante el reino antiguo.De hecho, el faraón era considerado un dios. Los faraones eran dioses, hijos de Ra (dios del Sol). Cuando morían, continuaban la otra vida al lado de las otras divinidades. Al final de este periodo, los faraones vieron cómo su poder se debilitó. La misma ideología que les había permitido tener un poder absoluto fue la que los hizo caer. 

El poder económico de los últimos faraones fue menguando notablemente e hizo que no pudieran cumplir su papel como líderes todopoderosos (no podían construir templos, ni edificaciones, ni pagar a los artesanos, artistas y trabajadores). Así, la administración y el aparato del estado disminuyó en eficacia y la gente empezó a desconfiar de éste. Además, algunos gobernadores de nomos (provincias) empezaron a tener cada vez más poder, funcionando –de hecho– como gobiernos casi independientes de la capital, Menfis. A este situación se añadieron factores climáticos muy desastrosos para Egipto como, por ejemplo, una menor abundancia en las crecidas del río. El rey «dios» ya no era todopoderoso.

Todo eso hizo que finalizara el Reino antiguo y se entrara en un periodo de crisis. Los periodos de crisis han
recibido, por parte de los historiadores, el nombre de periodos intermedios. Primer periodo intermedio (2181-2040 a. C.) En este periodo se produjo una descentralización. La institución real entró en decadencia y Egipto volvió a quedar dividido en el Alto y el Bajo Egipto. Los líderes locales ganaron poder y el país se fragmentó en pequeñas unidades. Estos líderes quisieron expandir y consolidar su poder e influencia, lo cual provocó guerras internas. El primer periodo intermedio fue una época de una considerable conflictividad y de tensiones entre los diferentes nomos egipcios.

Estas tensiones internas hicieron que se perdiera el control de zonas más alejadas de los centros de poder, como el reino de Nubia, que se independizó de Egipto. De todos los líderes locales, los que adquirieron más importancia fueron los gobernantes de la ciudad de Heracleópolis, en el norte, que controló la zona del delta del Nilo, y los líderes de la ciudad de Tebas. Así, estas dos ciudades fueron los núcleos de poder del Egipto de esta época. La disgregación del Primer periodo intermedio tuvo aspectos positivos. Muchos de los elementos culturales que durante el reino antiguo se concentraban y limitaban al faraón llegaron a capas más amplias de la población. De este periodo se han conservado, por ejemplo, tumbas de gente no cortesana (o que no estaba relacionada con el poder), cada vez más monumentales y con un ajuar más rico.

Los reyes de estas dos ciudades comenzaron a expandir sus dominios, así que sus intereses acabaron chocando. Iniciaron una guerra que, finalmente, ganó el rey de Tebas.Este rey unificó de nuevo el Alto y Bajo Egipto. Con esta unión se inició un nuevo periodo: el Reino medio.  Durante este periodo, los reyes volvieron a disfrutar de un gran poder, se centralizó de nuevo la administración del territorio y se expandieron las fronteras del reino. A los faraones les costó muchos años restablecer la unificación administrativa y centralizar de nuevo todo el poder. Para debilitar a los nomarcas, que todavían mantenían mucho poder, los faraones del reino medio otorgaron el gobierno de las ciudades provinciales a funcionarios que ellos mismos designaban. El cargo de funcionario no era hereditario como el de los nomarcas; el faraón podía designar a quien quisiera. Además, el faraón hacía educar a los hijos de los nomarcas alrededor de la corte. Una vez acabada la formación, comenzaban a trabajar en la misma corte o en la capital del reino y no volvían a su provincia. Con esta medida, el faraón quería limitar el poder que pasaba de generación en generación en las provincias. Los nomarcas continuaron existiendo, pero con estas medidas, perdieron mucho poder.

Como consecuencia de este centralismo, los reyes pudieron dedicarse a expandir las fronteras del reino. Gracias a diferentes campañas militares, Egipto recuperó por ejemplo, el control del Nubia. Además, inciaron contactos con zonas del Mediterráneo oriental (como Creta) y con los pueblos del Próximo Oriente (como el país de Punto). Gracias a estos contactos, comenzó a haber en Egipto una importante presencia de extranjeros, sobre todo del Próximo Oriente. El mundo de las artes, alrededor del faraón y su corte, volvió a vivir un gran momento de esplendor. Pero, si hay un campo cultural que destacó por encima de los otros, fue la literatura. Durante este periodo se escribieron numerosos textos de gran calidad, que se convirtieron en clásicos de la literatura egipcia. También hubo destacables cambios en el mundo religioso y ritual. Podríamos decir que hubo una «democratización de la otra vida».

Por otra parte, durante este periodo, había ido aumentando en Egipto la presencia de pueblos de origen oriental. Estas comunidades eran llamadas hiksos, que en egipcio quería decir «líderes extranjeros». Los hiksos habitaban en la zona del delta donde, con la permisividad de los últimos faraones del reino medio, trabajaban en el campo o en las numerosas construcciones que se hacían en Egipto. A finales de este periodo, el gobierno de los últimos faraones del reino medio volvía a ser muy débil y estaba descentralizado, las ciudades habían vuelto a adquirir importancia y Egipto entraba en una crisis notable. En este contexto de debilitamiento de la autoridad de los faraones, los hiksos se levantaron contra el control egipcio y conquistaron toda la zona del delta del Nilo. Iniciaron su propia dinastía y establecieron su capital en Avaris, en el delta del Nilo.

El segundo periodo intermedio (1786-1570 a. C.)

Los hiksos dominaban el Bajo Egipto y los faraones egipcios el Alto Egipto desde su capital, Tebas. Volvemos a tener el territorio egipcio dividido. Esta situación duró más de cien años, hasta que los líderes tebanos tuvieron suficientes fuerzas para enfrentarse a los reyes hiksos y expulsarlos después de una larga guerra.
Los hiksos y sus líderes adoptaron muy rápidamente las tradiciones y las costumbres egipcias como la religión o la escritura. Sin embargo, una vez fueron derrotados y expulsados de Egipto, los faraones, los historiadores y la tradición egipcia quiso dar una imagen muy negativa de ellos, la imagen de destructores de la cultura de Egipto. 

Ahora bien, los hiksos no sólo no destruyeron la cultura egipcia, sino que introdujeron en ella muchos avances. Por ejemplo, el caballo y los carros de combate tirados por estos animales; mejoraron los arcos y las fortificaciones, y establecieron y aumentaron el comercio y las relaciones con los pueblos asiáticos, lo cual permitió que llegasen a Egipto nuevos materiales y especies vegetales como, por ejemplo, el olivo; mejoraron el telar; y, finalmente, aportaron nuevos instrumentos como la lira. Los reyes tebanos vencieron a los hiksos gracias a las armas que éstos habían traído. Éstas permitieron al ejército egipcio asumir un gran poder en el siguiente periodo histórico: el reino nuevo.

El Reino nuevo (1570-1083 a. C.)

El Reino nuevo fue otro periodo de gran esplendor para el antiguo Egipto. El país consiguió la máxima expansión de su territorio, consolidando su presencia e influencia en el sur del Nilo (Nubia) y en el levante del Mediterráneo (Siria y Palestina). El aumento del territorio y la influencia cultural que Egipto ejercía convirtió lo que ya podemos denominar su imperio en el más importante de la zona. Gracias a esto, la explotación agraria y el comercio aumentaron notablemente. La expansión de las fronteras y el control de nuevos territorios permitieron a los faraones de este periodo aumentar los recursos obtenidos a través de la recaudación. A estas ganancias hay que sumar la gran cantidad de esclavos que se obtuvieron en las guerras. Estos dos factores permitieron reanudar la construcción de palacios y tumbas monumentales.

Al final del periodo se empezaron a perder territorios y se iniciaron diferentes conflictos internos, especialmente
entre el poder real y los sacerdotes aliados con los gobernadores de las provincias. El país volvió a quedar
dividido en dos: el Alto Egipto fue dominado por un alto sacerdote, establecido en Tebas; mientras que el Bajo
Egipto, en el delta, fue gobernado por el faraón.

Tercer periodo intermedio (1083-664 a. C.)

Con el Tercer periodo intermedio se inicia una larga secuencia de rupturas territoriales y de invasiones extranjeras que irán dominando, alternativamente, lo que antes había sido el país de los faraones. Libios, nubios
(época de los «faraones negros») y asirios controlaron Egipto durante este periodo.

Época baja (664-333 a. C.)

Los asirios, sin embargo, no controlaron directamente el territorio y esta tarea la dejaron en manos de la
aristocracia local. Uno de estos aristócratas devino especialmente importante : Psammético, que se convirtió en
faraón y volvió a unificar Egipto. Los asirios se retiraron debido a sus propios problemas (era el periodo de declive del Imperio asirio) y por la presión de Psammético. Comenzó un breve periodo de tranquilidad y prosperidad basada en el impulso del comercio, especialmente de trigo, con el resto del Mediterráneo, sobre todo con el mundo griego. Este momento de renacimiento comercial permitió un nuevo resurgimiento del arte y de la cultura, que tomaba su modelo del antiguo arte egipcio.

El Imperio persa, sin embargo, conquistó Egipto; poniendo fin a este breve periodo de estabilidad. Hasta el
332 a. C., Egipto fue una provincia más del gran Imperio persa, gobernada por un sátrapa. Sin embargo, en el 332 a. C., Alejandro el Grande expulsó a los persas y, con él, empezó otro periodo de la historia del antiguo Egipto, el periodo ptolemaico. 

Periodo ptolemaico (323-30 a. C.)

Alejandro el Grande fue un conquistador que creó un gran Imperio que incluía Egipto y que llegó casi hasta la Índia. En Egipto, echó a los persas y fue recibido como un liberador y legítimo sucesor de los faraones. Cuando Alejandro murió, Ptolemeo, uno de sus antiguos generales, asumió el control de Egipto. El periodo ptolemaico fue particularmente próspero en aspectos culturales. Destacó, en este aspecto, la ciudad de Alejandría, fundada en honor a Alejandro, que fue la capital en estos tiempos. La última reina ptolemaica fue Cleopatra. Hacia el siglo I a. C., Roma ya era la potencia hegemónica en todo el Mediterráneo y se apoderó definitivamente de Egipto. Así finalizaba la historia de los faraones.

Periodo romano (30 a. C.-383 d. C.)

Los romanos tomaron el control de Egipto, que pasó a ser una provincia más de su Imperio. A diferencia del
periodo anterior, de influencia griega, los romanos no fueron tan respetuosos con las antiguas tradiciones egipcias. Roma utilizó la gran producción de trigo egipcio para abastecer su capital de este cereal. La administración se transformó en una administración plenamente romana, con funcionarios romanos que excluían a la población egipcia de las esferas de poder.

La sociedad del antiguo Egipto

La sociedad, en el antiguo Egipto, estaba fuertemente jerarquizada. Como las tumbas de los faraones, la estructura social tenía forma piramidal; con las clases populares en su escalafón más amplio.

El faraón

La palabra faraón quiere decir «casa grande» y designa la misma realeza en la que el faraón debía acoger a su
pueblo. El faraón concentraba todos los poderes: dictaba las leyes, dirigía la administración y el ejército y controlaba el comercio. Asimismo, era el sacerdote supremo, el mediador entre el pueblo y los dioses. Por tanto, oficiaba ritos religiosos y hacía construir templos. Al mismo tiempo, sus súbditos lo consideraban un dios con poderes mágicos, responsable de las crecidas del Nilo. En presencia suya se arrodillaban y besaban el suelo. Nadie podía mirarlo a la cara ni tocarlo. Cuando el faraón moría, lo sucedía el primogénito de los hijos que había tenido con su esposa, de modo que se formaban jerarquías. La importancia del faraón quedaba representada en la simbología de las coronas y los atributos que llevaba.

El faraón tenía poderes, pero también deberes. De la misma forma que cobraba parte de los frutos del trabajo de cada egipcio en impuestos, cuando había malas cosechas debía distribuir las reservas reales entre la población. Asimismo, como jefe del ejército, debía garantizar la seguridad de los egipcios ante los ataques del exterior. Hasta la invasión de los hiksos, esta tarea fue secundaria, pero a partir del Segundo periodo intermedio, el papel del ejército y la defensa del país se convirtieron en una tarea importante.

El visir y la administración egipcia

Para administrar el país, el faraón también contaba con un importante cuerpo de funcionarios dirigidos
por un visir (tati). El visir era la persona de confianza del faraón y la máxima autoridad después de éste. Se encargaba de todas las tareas administrativas y de todo lo relacionado con el gobierno del país: nombraba cargos, controlaba las cuentas del tesoro real, dirigía los trabajos de la tierra, administraba el ejército, mantenía la paz y la seguridad, y se encargaba de las obras de las tumbas de los faraones. Los nomarcas también tuvieron un papel relevante en la administración egipcia. Como encargados del gobierno y la administración de los nomos o provincias del antiguo Egipto, fueron a menudo motivo de preocupaciones para los faraones, ya que consiguieron acumular un notable poder en sus provincias. Entre otras cosas, podían cobrar impuestos que no eran para el faraón, sino para sí mismos. Por este motivo, llegaron a convertirse en elementos desestabilizadores del poder central del faraón, sobre todo en tiempo de crisis.

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