jueves, 30 de octubre de 2014

DESINTEGRACION DE YUGOSLAVIA


La integración de Yugoslavia comenzó con el proceso de creación de una identidad común a todos los grupos étnicos, lingüísticos, religiosos y regionales con el fin de que sintieran parte de la misma comunidad política. Este proceso se define en la ciencia política contemporánea, como construcción de la nación mientras que el proceso de integración territorial, consiste esencialmente en la imposición de la obediencia, el proceso de integración nacional, consiste en la aceptación por parte de la población, de las órdenes de las autoridades centrales porque se consideran legítimas.

El proceso de integración nacional recibe un fuerte influjo del modo como se ha llevado el proceso de integración territorial. En efecto, si esta última ha llevado a una posición de preeminencia a un determinado grupo étnico o social, y ése sigue manteniendo todas las posiciones de poder, es difícil que los demás grupos acepten sus órdenes sin oponerse. Que es lo que ha sucedido en la Yugoslavia post Tito, cuando Milosevic trató de imponer el predominio serbio sobre los otros grupos étnicos. La creación de un consenso mínimo sobre algunos valores fundamentales, y especialmente la aceptación de algunos procedimientos para la resolución de los conflictos, reviste una importancia relevante para el proceso de integración nacional.

La desintegración es la división y ruptura entre los diversos grupos que forman parte del Estado-nación, en el caso de Yugoslavia que era una Federación, las rupturas se deben al grado de heterogeneidad de los estados miembros. La desintegración de Yugoslavia en virtud de la independencia de las antiguas repúblicas federativas que la constituían, y no obstante los intentos de conservar algunos vínculos confederativos, así como la dispersión de la población serbia en los diversos Estados Soberanos, ha producido guerras sangrientas, causando grandes destrucciones materiales y perdida de vidas humanas, agravadas por la llamada «limpieza étnica».

Mientras los restantes países de Europa del Este modificaron sus ordenamientos constitucionales a partir de las transformaciones políticas iniciadas en 1989, la República Federativa de Yugoslavia experimentó graves dificultades debido, al surgimiento de fuertes tendencias nacionalistas, estimuladas desde el exterior, en las diversas repúblicas que la formaban.

Al fracasar el intento de lograr al menos una unión de tipo confederativo, las diversas naciones que formaban la federación se fueron separando una a una. En primer término, en junio de 1991 se expidió el acta sobre la autonomía e independencia de la República de Eslovenia. El proceso de independencia culminó con la promulgación de su Constitución en diciembre de ese año, su reconocimiento por varios estados europeos, que alentaron su secesión, y su admisión en las Naciones Unidas en mayo de 1992.
En Croacia se produjo una situación similar. La Constitución de dicha República, del 22 de enero de 1990, no establecía la separación de Yugoslavia, pero en virtud del referéndum de mayo de 1991 se produjo, alentada del exterior, la declaración de un Estado Soberano e Independiente, lo que se consumó el 8 de octubre siguiente.

En 1992 Croacia obtuvo el reconocimiento internacional y también fue admitida en la Naciones Unidas. Además, se produjo la declaración de independencia de la República de Macedonia. En efecto, la Constitución de noviembre de 1991, como resultado del referéndum de septiembre anterior, considera a dicha república como un Estado soberano e independiente.
Por lo que respecta a Bosnia-Herzegovina, ésta declaró su independencia en octubre de 1991, con la participación parlamentaria de los representantes croatas y musulmanes, pero con la oposición de la población serbia. El conflicto resultante pronto se convirtió en un cruento enfrentamiento militar, que degeneró en guerra y provocó la intervención de las potencias hegemónicas de antaño, esta vez lideradas por los Estados Unidos. Por su parte, Serbia adoptó formalmente, en su Carta constitutiva de septiembre de 1990, disposiciones inspiradas en las democracias occidentales. El proceso de integración política de las distintas comunidades, es un proceso multidimensional, sometido a numerosos influjos internos y externos. Estos últimos, en particular, han pesado históricamente sobre la desintegración de Yugoslavia. En efecto, a la muerte de Tito y la desaparición del Bloque del Este, la ideología como elemento aglutinador de la identidad política de la Federación comienza a desaparecer, y los ya difíciles problemas internos de las naciones que la integraban, manteniendo una unidad en la diversidad, se complican por el complejo juego internacional de las potencias hegemónicas que favorecen conscientemente unos grupos en detrimento de otros, acrecentando las divergencias regionales, y atizando los conflictos de orden religioso, cultural y étnico. En definitiva, la influencia externa a sido decisiva en la desintegración de Yugoslavia, la cual fue sellada con la ilegal intervención de la OTAN.

GUERRA DE KOSOVO

Kosovo: (en albanés, Kosova; en serbio, Kosovo-Metohija), es una región situada al sur de Serbia, en la península de los Balcanes, que limita al sureste con la Ex-República Yugoslava de Macedonia, al suroeste con Albania y al este con Montenegro. Su capital es Priština. Disfrutó de un estatuto de autonomía desde 1946 hasta 1989.

Curso acelerado para entender el conflicto. Kosovo es una provincia serbia que no llega a 11.000 kilómetros cuadrados, tiene 2.000.000 de habitantes y es una de las regiones más pobres de Europa. Los albaneses étnicos —casi todos musulmanes— son el 90 por ciento de la población. Los serbios (eslavos y cristianos ortodoxos) son apenas 200.000, pero controlan totalmente el lugar Su odio arranca en el siglo XIII: los turcos derrotaron a los serbios e impusieron el Islam. Pero la chispa del conflicto en tiempos modernos se encendió en con la anulación por parte de Serbia de la autonomía kosovar dictaminada por el mariscal Tito después de la Segunda Guerra Mundial. Eslovenia, Macedonia, Croacia y Bosnia (provincias yugoslavas) se declararon independientes.

El caudillo serbio Slobodan Milosevic ordenó, como respuesta al asesinato de dos policías, una llmpíeza étnica: masacre que obligó a la OTAN a intervenir política y militarmente. Kosovo es a los serbios y albaneses lo que es Jerusalén a los judíos y musulmanes. Etnias, nacionalismos y religiones chocan como planetas. El odio es milenario. La paz, precaria. El futuro, tan incierto como peligroso.
Crisis de Kosovo: conflicto bélico que estalló en la región yugoslava de Kosovo durante la primavera de 1998, tres años después del final de la guerra de la antigua Yugoslavia, y que una vez comenzado entró directa y definitivamente en relación con esta última. En él los contendientes fueron inicialmente, de un lado, el Ejército serbio, y, de otro, el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK; UCK en albanés), que pretende defender los intereses de la mayoría de origen albanés que habita la región. Desde marzo de 1999, cuando dio comienzo el ataque de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a la República Federal de Yugoslavia, la crisis adquirió carácter plenamente internacional.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Para los nacionalistas serbios, Kosovo es la cuna de su nación. El Estado serbio medieval se localizaba en Kosovo y sus alrededores. La batalla de Kosovo, mantenida en Kosovo Polje (en serbo-croata, ‘campo de los Mirlos’), supuso la victoria del Ejército otomano, al mando del sultán Murat I sobre los serbios liderados por el príncipe Lázaro, el 15 de junio de 1389. El aniversario de esa derrota es el día más importante en el calendario nacional serbio. No obstante, los albaneses lucharon al lado de los serbios en dicha batalla y, de hecho, precedieron en varios siglos a los serbios en la región.
La presencia albanesa en Kosovo ha variado con el paso de los años. Durante la época de esplendor serbio, los albaneses eran una minoría, pero en otros periodos han sido la fuerza predominante.
El nacionalismo albanés moderno nació en Kosovo con la creación de la Liga de Prizren en 1878, cuya intención era mantener al pueblo albanés unido en un solo Estado, haciendo frente a las diversas particiones de las tierras albanesas. Kosovo fue integrado en Yugoslavia —país surgido de las cenizas del Imperio Austro-Húngaro en 1918 con la denominación de Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, desde 1929 llamado Yugoslavia—, si bien durante la II Guerra Mundial (1939-1945) la mayor parte de la península de los Balcanes pasó a estar controlada por las potencias del Eje (pacto militar que incluía a Alemania, Italia y otros países).

Kosovo, así como la parte occidental de Macedonia y Albania quedaron bajo el dominio de Italia. Fue devuelta a Yugoslavia después de la II Guerra Mundial. La Constitución yugoslava de 1946 otorgaba a la región un rango de autonomía dentro de Serbia.
La autonomía de Kosovo, que se vio reducida por la Constitución yugoslava de 1963, fue posteriormente ampliada con nuevas enmiendas. En 1974, una nueva Constitución elevó a Kosovo a la categoría de provincia constituyente. Aunque quedó oficialmente integrada dentro de Serbia, funcionó virtualmente como una república yugoslava de pleno derecho, con su propia representación en la presidencia colectiva de ocho miembros de la Federación.

ANTECEDENTES INMEDIATOS: EL AUGE DEL NACIONALISMO

La agitación nacionalista creció en Kosovo durante la década de 1980. En la primavera de 1981, los albaneses promovieron manifestaciones exigiendo que se otorgara a Kosovo el rango de una república federada yugoslava plena. Los mítines fueron reprimidos violentamente por el Ejército y la policía serbia y decenas, quizás cientos, de albano-kosovares (habitantes de Kosovo de etnia albanesa) fueron asesinados. Los serbios que vivían en Kosovo denunciaron, por su parte, que estaban siendo maltratados por la mayoría albanesa.

El presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, proyectó una revisión constitucional que en 1989 suprimió la autonomía de Kosovo. Los líderes albano-kosovares respondieron incitando a su pueblo a detener la cooperación con el gobierno de Serbia. En 1990, los dirigentes kosovares promulgaron una "Declaración de Independencia" y proclamaron de manera unilateral el establecimiento de una "República de Kosovo".
En unas elecciones clandestinas celebradas en mayo de 1992, los votantes albano-kosovares eligieron como presidente a Ibrahim Rugova, quien aconsejó la utilización de métodos no violentos y convenció a su pueblo de que la comunidad internacional forzaría a Serbia a otorgar la independencia a Kosovo.
El desencadenamiento de la denominada guerra de la antigua Yugoslavia en 1991 hizo que los albano-kosovares alcanzaran pocos avances en sus objetivos políticos. De hecho, los Acuerdos de Dayton, firmados en 1995, no trataron la situación de Kosovo.

INICIO DE LA GUERRA

En diciembre de 1996, la Asamblea General de Naciones Unidas votó una resolución por la que se exigía al gobierno yugoslavo la puesta en libertad de los presos políticos de Kosovo, el cese de la persecución a las organizaciones defensoras de los derechos humanos, el respeto a la voluntad de los albaneses de Kosovo y un intento de diálogo con sus representantes. Estas demandas fueron ignoradas. A comienzos de 1997 se produjo en la vecina Albania un estallido social, tras el fraude del denominado sistema financiero piramidal, por el que mucha gente perdió todos los ahorros de su vida. Las comisarías de policía albanesa fueron asaltadas y desaparecieron más de un millón de armas. Muchas de ellas acabaron en la frontera de Kosovo. En el plazo de algunos meses se armó a la milicia kosovar, que empezó a atacar las comisarías serbias de la región. Las autoridades serbias en Kosovo respondieron con una represión aún mayor.

El Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), hasta esta fecha casi desconocido, hizo su primera aparición pública en noviembre de 1997, al atribuirse los ataques contra la policía serbia en Kosovo, quien devolvió el golpe con violencia: el 28 de febrero de 1998 atacó varios pueblos donde se consideraba que el ELK tenía sus bases de operaciones. En menos de una semana al menos 82 albaneses habían sido asesinados, entre ellos mujeres y niños. La sangrienta represión sólo logró sumar adeptos a la causa del ELK.
Tres meses más tarde, la policía serbia y las Fuerzas Armadas yugoslavas lanzaron otra ofensiva mayor en Kosovo, esta vez en el territorio limítrofe con Albania, lo cual forzó a más de 40.000 albano-kosovares a abandonar sus hogares y huir para salvar sus vidas.

DESARROLLO DEL CONFLICTO

El 12 de junio de 1998, los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo de Contacto —encargado de supervisar el proceso de paz en los territorios de la antigua Yugoslavia, según los Acuerdos de Dayton, e integrado por Francia, Alemania, Italia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos— exigieron a Milosevic, presidente de la República Federal de Yugoslavia (RFY), creada en 1992, que diera la orden de retirada de sus fuerzas de seguridad de todas las zonas de Kosovo donde se habían realizado operaciones represivas contra los civiles albaneses y se enviaron negociadores a Belgrado con la intención de persuadir a aquél para que iniciase conversaciones serias de paz con los dirigentes albano-kosovares.
Rugova y otros dirigentes albaneses declararon no estar dispuestos a un diálogo con la RFY hasta que Milosevic ordenara el fin de la represión policial en Kosovo. Cuando Milosevic manifestó que conversaría con Rugova pero no con el ELK, Estados Unidos y otros gobiernos occidentales apenas pudieron poner objeciones, incluso aunque el ELK se hubiera convertido en una fuerza con la que era imprescindible contar, ya que controlaba más de un tercio del territorio de Kosovo.
El proceso de negociación llegó al caos en julio, cuando el ELK declaró que no reconocía a Rugova como presidente, sugirió que no había nada que negociar con los líderes serbios y afirmó que lo único que buscaba era la independencia de Kosovo.

Desde entonces, la crisis de Kosovo amenazó con convertirse en el inicio de un enfrentamiento regional que amenazaría a todo el sur de Europa. El Grupo de Contacto acordó coordinar los esfuerzos para la pacificación, como había hecho antes en Bosnia. Richard Holbrooke, el diplomático estadounidense que negoció los Acuerdos de Dayton, fue llamado de nuevo para sentar las bases de un tratado en Kosovo. Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se declararon dispuestos a intervenir.

El 23 de septiembre de 1998, cuando ni los serbios ni el ELK parecían capaces de una victoria militar, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exigió un alto el fuego inmediato y amenazó con acciones para lograrlo. Al día siguiente, la OTAN comenzó a preparar un ataque contra las fuerzas serbias desplegadas en Kosovo. El 5 de octubre siguiente, la Unión Europea (UE), Estados Unidos y la propia OTAN, a través de Holbrooke, exigieron a Milosevic que obedeciera el mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de forma "irreversible y verificable". El presidente yugoslavo llegó a un acuerdo con Holbrooke el 13 de octubre sobre el cumplimiento de la resolución del Consejo de Seguridad que detuvo los planes de ataque aéreo de la OTAN.
Milosevic aceptó la presencia en Kosovo de 2.000 supervisores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). El día 27 de ese mes, la OTAN renunció a intervenir tras comprobar el cumplimiento de lo acordado, pero mantuvo la amenaza militar sobre Serbia (principal integrante de la RFY). Milosevic volvió a violar el alto el fuego desde el 24 de diciembre de ese año y en enero de 1999 dio marcha atrás en su decisión de expulsar del país al estadounidense William Walker, jefe de los supervisores de la OSCE, después de que la OTAN y el gobierno estadounidense reiteraran sus amenazas al régimen yugoslavo.

El Grupo de Contacto convocó conversaciones de paz que comenzaron a celebrarse en la localidad francesa de Rambouillet (cercana a París) el 6 de febrero de 1999, pero que finalizaron el día 23 de ese mes sin obtener un acuerdo. Las negociaciones se reanudaron desde el 15 hasta el 19 de marzo en París y acabaron sin un pacto entre los dos bandos, si bien los albano-kosovares suscribieron por su parte un acuerdo de paz, a falta de la firma serbia, según el cual Kosovo pasaría a gozar de una amplia autonomía y vería desplegarse las fuerzas multinacionales en su territorio.
Internacionalización del conflicto A partir del 24 de marzo de 1999, la OTAN bombardeó objetivos militares yugoslavos (en Serbia, incluida la región de Kosovo, y en Montenegro) ante la negativa de Milosevic a aceptar los acuerdos de paz. Éste rompió el día 25 las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, al tiempo que incrementó la represión sobre la población albano-kosovar. Entre tanto, tenía lugar la que fue calificada como la más grande catástrofe humanitaria desde el final de la II Guerra Mundial en 1945: miles de albano-kosovares expulsados de sus localidades por militares y policías serbios comenzaron a hacinarse en las fronteras con Albania y la Ex-República Yugoslava de Macedonia.

El 1 de abril, Rugova fue desautorizado por los miembros de su gobierno, tras haber aparecido días antes en público saludando al presidente yugoslavo y firmando un alegato conjunto opuesto a los ataques de la OTAN. Milosevic declaró cinco días después un alto el fuego unilateral y ofreció una negociación con Rugova, propuestas ambas que no fueron tenidas en cuenta por la OTAN, la cual responsabilizó a los serbios del arrasamiento de Priština, la capital de Kosovo. El presidente ruso, Borís Yeltsin, amenazó el 9 de abril con entrar en el conflicto si las fuerzas aliadas invadían territorio serbio, creando así un delicado momento de tensión que quedó resuelto después de matizar la advertencia.
La RFY rompió sus relaciones diplomáticas con Albania el 18 de abril siguiente. Al mismo tiempo que proseguían los bombardeos aliados, especialmente sobre la ciudad de Belgrado, así como la huida masiva de refugiados albano-kosovares, los combates entre el ELK y el Ejército serbio hacían lo propio. Mientras, de otro lado, el enviado especial de Yeltsin a la zona, el ex primer ministro ruso Víktor S. Chernomirdin, buscó desde mediados de ese mes de abril que se iniciaran las conversaciones de paz entre la OTAN y la RFY.

Así, el 6 de mayo la OTAN ofreció a Milosevic un plan de paz apoyado por Rusia, a propuesta del Grupo de los Ocho (denominación del Grupo de los Siete desde que en 1997 se incorporó Rusia) que incluía el final inmediato de la represión contra la población albano-kosovar, la presencia de una fuerza internacional civil y de seguridad bajo el auspicio de la ONU, el retorno de los refugiados, el establecimiento de una administración interina y la negociación del autogobierno de Kosovo, así como la desmilitarización del ELK y el respeto a la integridad y soberanía de la RFY. No obstante, la crisis internacional se agudizó cuando al día siguiente la OTAN bombardeó por error la Embajada de China en Belgrado, con lo que ese país asiático, miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se vio directamente involucrado en el conflicto. Rusia y China hicieron frente común en las negociaciones y exigieron que éstas se retomaran sólo tras el alto un alto el fuego de la OTAN.
El 27 de mayo el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, con sede en La Haya (Países Bajos), dictó una orden de detención contra Milosevic y cuatro de sus principales colaboradores (entre los que se encontraba el presidente de Serbia, Milan Milutinovic) con vistas a su procesamiento, que les acusaba de haber cometido durante los primeros cuatro meses de 1999 crímenes contra la humanidad y violación de las leyes de guerra en la provincia de Kosovo. Al día siguiente Milosevic aceptó como base de un acuerdo de paz el plan propuesto por el Grupo de los Ocho y, tras entrevistarse en Belgrado con Chernomirdin y con el representante de la UE (el presidente de Finlandia, Martti Ahtisaari), el 3 de junio presentó el contenido de las negociaciones ante el Parlamento yugoslavo.

Éste aprobó ese día el plan de paz al tiempo que Milosevic cedía ante las propuestas de los mediadores y aceptaba las principales exigencias de la OTAN: cese inmediato de la violencia y de la represión en Kosovo; retirada rápida y verificable de todas las fuerzas armadas de la región; despliegue en Kosovo de fuerzas internacionales civiles y de seguridad bajo la supervisión de la ONU; fuerzas que estarían formadas esencialmente por la OTAN bajo mando y control únicos; establecimiento de una administración provisional para Kosovo decidida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, bajo la cual el pueblo de Kosovo podría disfrutar de una autonomía sustancial en el seno de la RFY; tras la retirada militar yugoslava, un número convenido de personal yugoslavo sería autorizado a regresar; retorno asegurado de todos los refugiados; desarrollo de un proceso político que llevara a una administración propia para Kosovo según los principios de soberanía e integridad territorial de la RFY y de otros estados de la zona, así como el desarme del ELK; comienzo de un plan de estabilización y desarrollo económico de la región en crisis; las actividades militares de la OTAN finalizarían cuando se aceptasen los principios anteriores, especialmente cuando diese comienzo la retirada verificable de las tropas yugoslavas de Kosovo.


miércoles, 29 de octubre de 2014

CANCIONES EN TIEMPO DE GUERRA II

EN LA PLAZA DE MI PUEBLO



En la plaza de mi pueblo
dijo el jornalero al amo
"Nuestros hijos nacerán
con el puño levantado".

Esta tierra que no es mía
esta tierra que es del amo
la riego con mi sudor
la trabajo con mis manos.

Pero dime, compañero,
si estas tierras son del amo
¿por qué nunca lo hemos visto
trabajando en el arado?

Con mi arado abro los surcos
con mi arado escribo yo
páginas sobre la tierra
de miseria y de sudor.


¡AY CARMELA!



El Ejército del Ebro,
rumba la rumba la rumba la
una noche el río pasó,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
una noche el río pasó,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!

Y a las tropas invasoras,
rumba la rumba la rumba la.
Y a las tropas invasoras,
rumba la rumba la rumba la
buena paliza les dio,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
buena paliza les dio,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!

El furor de los traidores,
rumba la rumba la rumba la.
El furor de los traidores,
rumba la rumba la rumba la
lo descarga su aviación,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
lo descarga su aviación,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!

Pero nada pueden bombas,
rumba la rumba la rumba la.
Pero nada pueden bombas,
rumba la rumba la rumba la
donde sobra corazón,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
donde sobra corazón,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!

Contraataques muy rabiosos,
rumba la rumba la rumba la.
Contraataques muy rabiosos,
rumba la rumba la rumba la
deberemos resistir,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
deberemos resistir,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!

Pero igual que combatimos,
rumba la rumba la rumba la.
Pero igual que combatimos,
rumba la rumba la rumba la
prometemos combatir,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!
prometemos combatir,
¡Ay Carmela! ¡Ay Carmela!






HIJOS DEL PUEBLO



Hijo del pueblo, te oprimen cadenas,
y esa injusticia no puede seguir;
si tu existencia es un mundo de penas
antes que esclavo prefiere morir.

En la batalla, la hiena fascista.
por nuestro esfuerzo sucumbirá;
y el pueblo entero, con los anarquistas,
hará que triunfe la libertad.

Trabajador, no mas sufrir,
el opresor ha de sucumbir.
Levántate, pueblo leal,
al grito de revolución social.

Fuerte unidad de fe y de acción
producirá la revolución.
Nuestro pendón uno ha de ser:
sólo en la unión está el vencer.

domingo, 26 de octubre de 2014

CAMISA AZUL MAHON


"...Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque ¿quién ha dicho -al hablar de «todo menos de violencia»- que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes de reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria."

(José Antonio Primo de Rivera: Discurso del teatro de la Comedia, 29-X-1933.)

El fenómeno de las milicias políticas, organizaciones paramilitares adoctrinadas política e ideológicamente para el asalto al poder mediante la lucha armada, puede remontarse al siglo XIX, pero alcanza su mayor apogeo en el período de entreguerras (1917-1945) con la crisis del Estado liberal, la aparición del comunismo soviético y los movimientos fascistas. Estos últimos conciben la milicia como algo consustancial al partido, de tal suerte que es casi imposible disociar ambas entidades en la práctica. Pero la milicia de tipo fascista va más allá de una mera concepción organizativa y táctica de lucha; es un planteamiento ético profundamente inscrito en el ideal político de estos movimientos: La vida es milicia (punto 26 de FE de las JONS) será uno de los lemas preferidos por los fascistas españoles para justificar su apego doctrinal a la acción y a la violencia políticas.

La crisis política y social de España durante la Segunda República encuentra uno de sus exponentes más llamativos en la constante presencia de milicias en todos los grupos del espectro político. Desde 1931, e incluso antes del 14 de abril, muchas fuerzas piensan que la naciente República debe ser destruida por la violencia. Pero a pesar del reducido apoyo real que tenía una República democrático-burguesa, estos planteamientos fracasan, en parte, gracias a la constante amenaza de una actitud violenta menos original: un levantamiento militar que, si fracasó en agosto de 1932, acabará triunfando en julio de 1936.

Quizá -y salvo los constantes intentos de subversión anarquista- octubre de 1934 sea la fecha que más se aproxima al modelo preconizado tácticamente por las milicias de distinto signo. Al tiempo, octubre es un punto de inflexión importante en la lucha política, en una espiral de violencia que, por vía de un cada vez más descarado pistolerismo, nos lleva directamente al 17 de julio de 1936. En el caso de los grupos fascistas españoles y movimientos afines, que Jiménez Campo califica de fascistizados, los antecedentes son complejos y se remontan bastante antes de la República.

A un ambiente exterior cada vez más propicio -expansión del fascismo italiano, consolidación del corporativismo portugués, posterior subida al poder del nacionalsocialismo alemán en 1933, semidictadura de Dollfuss en Austria y movimientos análogos en Polonia, Rumania, etc.-se añaden unas raíces ideológicas y políticas más o menos claras, pero netamente españolas.

Podemos citar a los Jóvenes Mauristas, intento de réplica de los Camelots du Roi de la Action Frangaise de Maurras y Pujo, el corporativismo de la Unión Patriótica primorriverista, la violencia de los Sindicatos Libres barceloneses en los años veinte contra el anarcosindicalismo, etcétera. Ideológicamente, la exaltación castellanista de la Generación del 98 influye evidentemente en Onésimo Redondo. El liberal José Ortega y Gasset ofrece al fascismo español ideas muy sugerentes: militantismo contra pacifismo, jerarquía contra democracia, estilo fuerte y enérgico contra un liberalismo laxo y contemporizador, milicias imperiales contra ejércitos industriales, minorías audaces y caudillos cesáreos que mandasen... En resumen, elitismo y subordinación a un grupo activo y dirigente.

Por su parte, Ernesto Giménez Caballero es considerado el introductor teórico en España del fascismo italiano con escritos como Circuito imperial, que comienzan a interesar a grupos reaccionarios opuestos al nuevo régimen republicano que la crisis de la monarquía va perfilando. En el período de crisis al cambio de régimen y durante la República, fuerzas políticas muy dispares sufren un desigual proceso de fascistización. No faltan movimientos pseudofascistas y otros con más base teórica. Entre la extrema derecha alfonsina, Renovación Española (RE), fundada en 1933 por Goicoechea tras separarse de Acción Popular, y Acción Española (AE), creada en 1931, se fascistizan. En el exilio, Calvo Sotelo se relaciona con Maurras y después intentará ingresar en Falange. Renovación Española trata de encuadrar militarmente a organizaciones juveniles y el Bloque Nacional cuenta en diciembre de 1934 con milicias o grupos de choque juveniles. A inicios de 1935 se intenta crear las guerrillas de España, y las Juventudes de RE se organizan paramilitarmente en milicias uniformadas.

Las Juventudes de Acción Popular (JAP), rama juvenil de la CEDA, demostraban en sus actitudes rasgos ideológicos (fervor hacia el jefe, por un régimen semidictatorial) y externos (saludo con un brazo al hombro, camisa verde, cierta disciplina) de tipo fascista. La revista FE critica el fascismo descafeinado de los japoneses (de JAP), por su menor espíritu de lucha, pero también por temor a perder sus bases juveniles. Sin embargo, el proceso será inverso: tras el fracaso derechista en febrero de 1936, miles de japistas, desilusionados y ávidos de acción, se pasan a Falange.

El neurólogo valenciano José María Albiñana (Enguera, 1883-Madrid, 1936) funda en abril de 1930 el Partido Nacionalista Español (PNE), gesticulación reaccionaria al servicio de la aristocracia terrateniente y de los elementos más regresivos del país, según Ramiro Ledesma. Ciertamente, Albiñana sostiene una ideología regresiva, sólo abierta al ala fascista más conservadora, representada por Onésimo Redondo. Monarquismo, ultranacionalismo, militarismo, imperialismo y antisemitismo son sus rasgos más característicos. Sus proclamas le hacen ganar cierta popularidad entre los sectores más reaccionarios. En vísperas de la proclamación de la República, amenaza con más arrogancia que sentido común: "200.000 legionarios estamos dispuestos a vender caras nuestras vidas". En abril del 31, Albiñana lanza un desesperado grito, digno del alcalde de Móstoles: ¡Españoles, a defenderse!... ¡Legionarios! ¡Españoles! Hay que echarse a la calle para rechazar esa revolución tragicómica con que se pretende engañar a la opinión y forzar el arca del poder. El que quiera la República que tenga el valor de conquistarla en la calle, a pecho descubierto, jugándose la vida. Pero no hemos de consentirle que empuñe la innoble ganzúa pseudoconstitucional para desvalijar la Corona de España con el más vil de los atracos...Todo buen español que quiera sumarse a la cruzada patriótica debe acudir a inscribirse en el Centro Nacionalista Español, para recibir instrucciones y formar la milicia ciudadana. Tenemos la razón y la fuerza". 

¿Cuál era esa fuerza? El PNE disponía de unos grupos de vanguardia y acción directa: los llamados legionarios de Albiñana , réplica de los Camelots du Roi y definidos por su creador como el voluntariado ciudadano con intervención directa, fulminante y expeditiva en todo acto atentatorio o despreciativo de la Patria. Uniformados de azul claro, con himno y saludo fascistas, los legionarios, procedentes en gran parte del Tercio de Africa, emprendieron algunas algaradas, pero no pasaron de ser unos pistoleros reaccionarios literalmente barridos por las izquierdas en 1931. El PNE disponía de una segunda línea para cubrir bajas: servicios auxiliares (diario La Legión), batallones femeninos (legionarias) y organizaciones subsidiarias como la Unión Nacionalista Obrera (embrión de sindicato) y la Juventud Nacionalista Española. Albiñana apoyó el golpe de Sanjurjo y fue confinado en las Hurdes. En el cenit de su popularidad, pero no de su fuerza política, logró el acta de diputado por Burgos en 1933 gracias al apoyo de la CEDA.

Al surgir Falange Española (FE), la mayoría de sus legionarios se pasaron al grupo de Primo de Rivera. El PNE continuó llevando una vida lánguida en el Bloque Nacional, sobreviviendo a 1936. Ramiro Ledesma Ramos (Alfaraz, Zamora, 1905-Madrid, 1936), principal teórico del nacionalsindicalismo, colaboró en un principio en Revista de Occidente de Ortega y en La Gaceta Literaria de Giménez Caballero. El 14-3-1931 funda la revista La Conquista del Estado, cuyo manifiesto, lanzado el mes anterior, decía:

"(...) Nacemos con cara a la eficacia revolucionaria. Por eso no buscamos votos, sino minorías audaces y valiosas. Buscamos jóvenes equipos militantes, sin hipocresías frente al fusil ni a la disciplina de guerra. Milicias civiles que derrumben la armazón burguesa y anacrónica de un militarismo pacifista. Queremos al político con sentido militar, de responsabilidad y de lucha..."

Antes de desaparecer, La Conquista del Estado da cuenta, el 10-X-1931, de la fusión con el grupo de Onésimo Redondo en las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), adoptando como signos exteriores los gritos Arriba España y España, una grande y libre, además del yugo y las flechas y la bandera rojinegra.

Onésimo Redondo Ortega (Quintanilla de Abajo, Valladolid, 1905-Labajos, Segovia, 1936) contactó con la doctrina nazi siendo lector de español en Mannheim. Tras actuar en un sindicato remolachero, el 9-VIII-1931 crea las Juntas Castellanas de Acción Hispánica (JCAH), de ideología vagamente similar al grupo de Ledesma. Onésimo cree que la juventud debe ejercitarse en la lucha física, debe amar, por sistema, la violencia. La violencia nacional es justa, es necesaria, es conveniente. Es una de nuestras consignas permanentes la de cultivar el espíritu de una moral de violencia.

Repleto de un catolicismo hispanista con ciertos toques antisemitas, en su periódico vallisoletano Libertad asegura: "(...) Bastan en cada provincia un centenar de jóvenes guerreros para dar en el polvo con ese sucio fantasma de la amenaza roja." A pesar de algunas acciones en Madrid y Valladolid, Ledesma reconoce que en 1932 la actividad de las JONS ha sido casi nula, con fuerte descoordinación entre los focos de Madrid y Valladolid. En la capital, su fuerza no llegaba a 25 militantes. La suerte parece cambiar en 1933. La subida al poder del NSDAP (Partido Nacionalsocialista alemán) y unos alborotos en la Facultad de Derecho con la FUE (organización estudiantil izquierdista) el 10 de marzo popularizan el movimiento, que recibe a 400 estudiantes.

A finales de junio se relanza la acción directa: un centenar de jóvenes dirigidos por Ramón Ruiz se organizan en escuadras de cinco individuos para dar la batalla a la izquierda en las calles. Estos grupos se solían reunir en los jardines de la Plaza de España.

Los hechos violentos se suceden: las JONS asaltan el 14 de junio la oficina de los Amigos de Rusia y roban el fichero. El día 22 unos 3.000 presuntos fascistas, entre ellos Ledesma, son detenidos como integrantes de un supuesto complot contra la República. Con todo, JONS mantiene una situación económica estable, favorecida por Juan March, Goicoechea y algunos industriales vizcaínos.

En agosto de 1933 (revista JONS, número 3) se lanza una circular en que se ordena: "Todas las JONS locales deben tener conocimiento exacto de la importancia de las organizaciones marxistas de su ciudad, vigilando, sobre todo, sus preparativos de violencia y el espíritu con que esperan o provocan la acción revolucionaria." Una nueva circular en diciembre dice: Necesitamos que todos los militantes robustezcan su sentido de la acción. Para Ledesma hay tres justificaciones a la violencia de las juventudes: ruptura de valores decrépitos, traidores e injustos; defensa contra los enemigos (marxismo, separatismo), y demostración de la entereza, capacidad y licitud histórica que mueve a los soldados de la revolución nacional. Pero desde octubre, las JONS tienen un fuerte competidor: José Antonio Primo de Rivera y su Falange Española. José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (Madrid, 1903-Alicante, 1936) ha leído La Conquista del Estado y La Gaceta Literaria, y participado junto a Ledesma en la frustrada aparición del periódico El Fascio, el 16-3-1933.

En primavera-verano de ese año crea con el famoso aviador navarro Julio Ruiz de Alda y Alfonso García Valdecasas, antiguo intelectual de la Agrupación al Servicio de la República y creador del Frente Español en 1932, el Movimiento Español Sindicalista (MES), de corta vida. El 29-X-1933 funda FE (en principio, Fascismo Español, y gracias a la sugerencia de Ruiz de Aida, Falange Española) en un acto celebrado en el teatro de la Comedia de Madrid. Asisten tradicionalistas, albiñanistas, antiguos miembros de la Unión Patriótica de su padre, monárquicos, Ledesma con algunos jonsistas y militares como Varela. Su discurso es tomado en algunos sectores como una provocación, y aunque la sesión se celebra al parecer a puerta cerrada y en medio de fuertes medidas de seguridad, no faltan incidentes una vez finalizada. Falange Española nacía en medio de los peores augurios. Los primeros enfrentamientos del nuevo partido tienen lugar durante la campaña electoral de noviembre, en la que José Antonio es elegido diputado por Cádiz (tiroteo en un mitin celebrado en San Fernando).

Ese mismo mes, Ruiz de Alda funda el Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU) con Matías Montero y Alejandro Salazar. Su primer objetivo, reconocido por Ruiz de Alda a inicios de 1934, es la destrucción de la FUE. Hay que acabar con el marxismo. El SEU engloba a la militancia más joven y aguerrida de FE, y se organiza con un sistema triangular, en el que uno de sus elementos sirve de enlace. Esta distribución jerárquica, pero con cierta autonomía y que facilita la difusión de órdenes, se extiende pronto a las milicias del partido. En estos primeros tiempos, José María Fanjul dirige una centuria compuesta por dos falanges (Ciencias y Derecho) y dos escuadras que pronto se convierten en falanges de Filosofía y Farmacia. Los demás estudiantes se integran en la centuria de Luis Aguilar. Las milicias son disciplinadas por el comandante Arredondo, antiguo legionario de Africa y upetista (de la Unión Patriótica primorriverista). En un principio, FE es un movimiento de tendencia claramente reaccionaria. Ya desde el invierno de 1933-34 habían comenzado las infiltraciones de derechistas: upetistas, monárquicos de RE como Juan Antonio Ansaldo (aviador y amigo personal de Ruiz de Alda), el comandante Arredondo y el teniente coronel Rada, retirados por la ley Azaña. Estos tres últimos estructurarán lo que, tras su salida del partido y bajo el mando de Agustín Aznar, será conocida como Primera Línea de Madrid o Falange de la Sangre.

El reparto de los primeros números de la revista FE provoca las primeras muertes entre los vendedores, a pesar de su escolta de pistoleros. José Antonio mantiene entonces sus escrúpulos sobre la realización de posibles represalias y la posibilidad de convertir la organización en un instrumento de terrorismo irreflexivo. Falange necesitaría, según su jefe, cargarse de razón y de luto para acudir en venganza. Como represalia a la agresión de un miembro del SEU, la Primera Línea, al mando de Aznar y Matías Montero, asalta el 25-1-1934 el local de la FUE en Medicina, con un saldo de heridos y graves destrozos que suscita un sonoro debate parlamentario. En descomunal venganza, el 9 de febrero es asesinado Matías Montero en la calle de Mendizábal. El debate sobre la actitud a tomar en estos casos se abre en el seno del joven partido: mientras Primo de Rivera representa la postura moderada, Ansaldo, Ruiz de Alda, etcétera, pretenden forzar la situación y acentuar la lucha para intentar obtener ventajas políticas. Tras una serie de contactos previos, el Consejo Nacional de JONS discute del 11 al 13 de febrero de 1934 los siguientes puntos:

1. Actitud de JONS ante el grupo fascista FE.
2. Creación de los organismos a través de los cuales debe conseguir el partido una eficacia violenta en el terreno de la acción antimarxista.
3. Fijación de las consignas base de la propaganda de 1934. Posible radicalización de la línea revolucionaria, robusteciendo la posición jonsista entre la pequeña burguesía y los trabajadores (JONS, número 8, enero 1934).

A pesar del recelo por el derechismo de FE, la fusión es aceptada. Se mantiene la estructura jonsista de un triunvirato ejecutivo (Primo de Rivera, Ruiz de Alda y Ledesma) y sus símbolos. En el número 7 de FE, José Antonio reconoce que las JONS son la primera guerrilla del estilo nuevo, y que se ha realizado la unión para evitar un enfrentamiento violento.
En este momento los afiliados a FE (según Payne) eran unos 2.000 y a JONS menos de 300. Las primeras manifestaciones del nuevo grupo (Ruiz de Alda: ¡Estamos en estado de guerra!) apelan a la violencia (Ledesma: ¡Castellanos, a las armas!). Los mismos puntos de FE, que se ratificarían posteriormente, sancionarán esta postura:
" (...) Todos los hombres recibirán una educación premilitar que les prepare para el honor de incorporarse al Ejército nacional y popular de España. La vida es milicia y ha de vivirse con espíritu acendrado de sacrificio."

No falta la violencia de hecho: el 4-3-1934 se celebra en Valladolid un mitin por la unificación, considerado por Bravo como el primer acto fascista puro. A la salida hay un intercambio de disparos que se salda con la muerte de un simpatizante falangista y la expeditiva actuación de la Primera Línea vallisoletana, dirigida entre otros por José Antonio Girón. Los enfrentamientos se suceden y el 27 de marzo cae asesinado en Madrid el joven de quince años Jesús Hernández. FE de las JONS es acusada de corromper a menores y el Gobierno prohíbe la adscripción política a menores de dieciocho años. Para salvar este obstáculo, importante para un partido con gran masa juvenil de seguidores, éstos ingresan en las belicosas milicias del SEU. El mismo Primo de Rivera sufre un atentado y persigue a los pistoleros por la calle Altamirano. Pero el partido aún no disponía de medios para una réplica contundente. ABC tacha a FE de franciscanismo, y Ansaldo, impaciente por entrar en acción, declara: "José Antonio podría ser presidente de la Liga Mundial Antifascista ". Arredondo y Alvargonzález no logran disciplinar a los ardorosos falangistas, y a mitad de invierno la organización ha caído en el caos. Nombrado jefe de objetivos (virtual jefe de milicias) en abril de 1934, Ansaldo da a los grupos de choque más agresividad y primacía, creando graves problemas a la dirección política.

Cerrados casi todos los centros de FE y SEU en abril de 1934 y clausurada la revista FE, el triunvirato organiza una concentración de milicias en un aeródromo privado de Carabanchel el domingo 3 de junio. El lunes 4, el diario Luz presenta a toda plana la concentración de 20 centurias fascistas. Diversos diarios piden responsabilidades al Gobierno por su negligencia ante la exhibición fascista, cuidadosamente planeada y que por el amplio tratamiento periodístico reporta al partido un nuevo impulso en su militancia. A mediados del año 1934, el cuadro organizativo de las milicias de FE de las JONS está plenamente esbozado. Integran el partido adheridos y militantes. Estos últimos pueden acceder a los grupos de acción, llamados Falange de la Sangre y después Primera Línea, dirigida personalmente por Ansaldo y su lugarteniente Manuel Groizard (gravemente herido en atentado el 1-VII-1934). Los más veteranos integran la Segunda Línea (organización, proselitismo y propaganda), ayudados por la incipiente Sección Femenina de FE, fundada en junio de 1934 por Pilar Primo de Rivera (jefe nacional) y Dora Maqueda (secretaria nacional). Jefes de milicias serán sucesivamente Arredondo (febrero-abril 1934), Ansaldo (abril-junio), teniente coronel Rada (julio-diciembre) y Agustín Aznar (desde inicios de 1935).

Para comprobar el estado real de las milicias, el 10-VI-1934 se planea una provocación a los chíribis (juventudes socialistas) en la orilla izquierda del Manzanares por la primera y segunda centurias de Madrid. Como brutal represalia, el falangista Cuéllar muere en la acción, y en la venganza, llevada a cabo espontáneamente por Ansaldo y Groizard sin consultar al Triunvirato Ejecutivo, cae la socialista Juanita Rico en la calle de Eloy Gonzalo. Los entierros de las víctimas de ambos bandos se efectúan clandestinamente y en medio de una gran tensión. Con todo, a mediados de 1934 parece evidente que FE de las JONS no impresiona políticamente, acosada por una derecha triunfante y una izquierda luchadora en la calle. El foso entre la Falange intelectual y la Falange militante se ensancha desde que el aventurero Ansaldo se hace cargo de las milicias con el objeto (según Payne) de ponerlos al servicio de los monárquicos. Para ello, Ansaldo prepara una especie de golpe de los pretorianos, unos escuadristas que exigirán a José Antonio una actitud más violenta o el abandono del partido. Se piensa incluso en matarle. Cuando Primo de Rivera, sospechando la conspiración, pregunta a Ansaldo, éste lo reconoce franca y fríamente. José Antonio recaba de los otros triunviros la expulsión del jefe de objetivos. Contra la opinión de Ruiz de Aida, su amigo personal, Ansaldo es expulsado en junio y sigue conspirando por la monarquía desde Biarritz.

Después de la reestructuración de las milicias falangistas por Ansaldo, éste y Primo de Rivera organizaron una concentración en el aeródromo particular de Estremera (Carabanchel) para el domingo 3-VI-1934. El viernes 1 por la noche, los jefes de centuria conocieron la consigna a través de los agentes de enlace con uno de los triunviros. Los jefes de centuria avisaron a los de escuadra y en la mañana del sábado se convocó a la sección de transportes.
Mediante notas secretas, los falangistas se concentraron en lugares convenidos a primera mañana del domingo, y ascendieron a autobuses y camionetas. En la carretera de Carabanchel se situó una avanzadilla para comunicar a cada uno de los jefes el punto de reunión, y de 8.30 a 9 las centurias comenzaron a salir de Madrid. El acto estaba previsto para las 10, y se calculaba la asistencia de veintiocho centurias, aunque a última hora ocho se quedaron en Madrid por diversas causas (entre ellas, sabotajes de los chóferes). Las veinte centurias restantes (Jato habla de 1.000 asistentes, Ansaldo de 500 a 800 y Bravo de unos 3.000 falangistas) formaron en filas de cuatro escuadristas. Los triunviros subieron por la Vereda del Soldado y fueron recibidos con saludos a la romana (el partido aún no tenía himnos ni cánticos), para pasar seguidamente revista a la formación, haciendo observaciones sobre la regularidad y disciplina de cada centuria.

A continuación, José Antonio pronunció una arenga militar: "Sois pocos aún, pero ya más de los que acompañaron a Hernán Cortés en su epopeya mejicana..." Un avión sobrevoló la formación a baja altura y los triunviros ordenaron el desfile de las escuadras hacia la carretera, practicándose movimientos y ejercicios de combate. En ese momento llegó la Guardia Civil del puesto de Carabanchel, y el teniente Ramón Ossorio pidió el permiso para la concentración. Al no tenerlo, José Antonio hubo de presentarse en el juzgado de la población, donde se le tomó declaración y se redactó un atestado. A la vuelta se rompieron filas y las escuadras volvieron poco después de mediodía a Madrid por la carretera de Extremadura y la de Carabanchel Alto, donde hubo altercados con los vecinos. Desde un chalet cercano, algunos curiosos asistieron a la concentración: los militares Martín Alonso (después jefe de la Casa Militar de Franco), Galarza, Jorge Vigón, etcétera. Por la noche, los dirigentes del partido cenaron en casa de Ansaldo, y mientras Fernández Cuesta y Ledesma mostraban las primeras fotografías y recortes de prensa, los falangistas quemaban periódicos izquierdistas, distribuían pasquines y realizaban pintadas. La centuria de Fanjul quemó en las Ventas dos autobuses de una empresa que había boicoteado el acto. El lunes, el diario Luz aireó la noticia, pidiendo responsabilidades a la Dirección General de Seguridad por la exhibición fascista. Lo curioso del caso es que la noticia, al parecer, fue vendida a este periódico por el propio Ledesma, con fotografías de Agripino Cormín, que trabajaba asiduamente en FE y Arriba.
En incómoda situación, el Ministerio de Gobernación impuso a cada miembro del triunvirato, Fernández Cuesta y Ansaldo, una multa de 10.000 pesetas por reunión ilegal. Pero el fin propagandístico se había logrado.

Debido a las últimas acciones, el 10 de julio José Antonio, Moreno Herrera (marqués de la Eliseda y segundo parlamentario de FE) y 67 falangistas son arrestados. Primo de Rivera aboga con tal vehemencia por los detenidos que aumenta grandemente su popularidad en el seno del partido. En agosto se funda la Central Obrera Nacional Sindicalista (CONS), dirigida por el ala revolucionaria del partido (Ledesma, Mateo) y concebida como una fuerza de choque antisocialista y sindicato amarillo. El día 20 de ese mismo mes, Goicoechea y Primo de Rivera firman un pacto ratificando los diez puntos de El Escorial sobre las características del futuro nuevo Estado español. Además, RE asigna una ayuda económica a FE que debe distribuirse de la siguiente manera: toda cantidad que exceda a la ayuda de 10.000 pesetas mensuales debe repartirse en un 45 por 100 a los gastos de organización de milicias, otro 45 por 100 a la CONS, quedando el resto a libre disposición del mando de la organización (punto 41. El punto 5.° sanciona de hecho un control efectivo de RE sobre la organización militar falangista: (...) con el fin concreto y fijo de comprobar el incremento que FE de las JONS pueda alcanzar merced a estas ayudas, se designa un elemento técnico que actuará en contacto permanente con el mando de FE de las JONS, principalmente en su aspecto militar y de choque. Con todo, la ayuda monárquica se mantiene sólo unos meses, pues RE se encuentra con dificultades económicas.

Tras la concentración de Carabanchel, se pensó en organizar un acto de provocación para evaluar la capacidad combativa de las milicias falangistas. El ambiente en la Primera Línea estaba caldeado, pues el 9 de junio había sido tiroteado en Chamartín el doctor Luque y su esposa, al confundir los pistoleros anarco-socialistas su automóvil con el de José Antonio.Así pues, se pensó que el domingo 10 de junio, dos centurias hicieran acto de presencia en las reuniones de los despectivamente llamados chíribis (Juventudes Socialistas) que se celebraban en la Playa de Madrid (Montes del Pardo). Ese día, unos treinta falangistas se apostaron en un montículo cercano a un grupo de jóvenes socialistas, y la provocación no se hizo esperar: a los silbidos falangistas respondieron los socialistas con disparod. El joven falangista Juan Cuéllar cayó muerto, y su cadáver fue desfigurado por la saña de los rivales. Al llegar la policía y confiscar las armas, encontró en las inmediaciones del lugar a Miguel Primo de Rivera y otros amigos, quienes declararon pasar casualmente por allí.

Los dirigentes de la Falange de la Sangre Agustín Aznar, J. A. Ansaldo y su lugarteniente Manuel Groizard, planearon sin consultar al triunvirato ejecutivo una acción de represalia. A última hora de la tarde, un grupo de socialistas descendía de un autobús en la calle Eloy Gonzalo cuando tres pistolas dispararon desde un coche ocupado, al parecer, por seis personas. La joven socialista Juanita Rico resultó muerta y cuatro compañeros heridos (uno de sus hermanos quedó invalido como consecuencia del atentado). Cuando la noticia se extendió, estalló la indignación popular, con disturbios en los barrios bajos y la Moncloa. Al día siguiente se efectuaron los entierros de las víctimas del domingo en medio de un ambiente enrarecido. Simultáneamente fue tiroteado el centro de Falange Española en la calle Marqués del Riscal, con dos heridos. Se responsabilizó del atentado a Guitarte y Aguilar. Mundo Obrero acusó a Alberto Ruiz (alias El Cejas), Martínez, Merry del Val, Johnny Haisal y... ¡Pilar Primo de Rivera! de ser los autores directos.

No está probado que los falangistas utilizaron el automóvil de Alfonso Merry del Val, hijo de diplomático, quien dispuso de una buena coartada y fue absuelto el 19 de agosto de los cargos que se le imputaban. Pero su coche presentaba sospechosas huellas de impactos de bala... Poco después, el joven salió de España. La contrarréplica no se hizo esperar: pistoleros de las Juventudes Socialistas hirieron de gravedad el 1 de julio a Groizard, al que consideraban responsable del atentado. Ansaldo fue expulsado de Falange poco después por su apego a la violencia, por actuar sin el permiso del triunvirato, y en especial de José Antonio, a quien repugnaba la sangrienta reputación que iba adquiriendo el partido. La prensa izquierdista rindió homenaje a Juanita Rico como primera víctima del fascismo. 

El primer Consejo Nacional se reúne el 4-X-1934 en la sede de la calle del Marqués de Riscal. A la noche, al conocerse la noticia de la huelga general, FE ordena a su Primera Línea que esté preparada para combatir. A las 12 de la noche, Primo de Rivera se ofrece al ministro de Gobernación para luchar contra la revolución, a condición de que las milicias de FE sean armadas con fusiles y mandadas por sus jefes peculiares, a las órdenes de la autoridad.

Pero este ofrecimiento y otro análogo al jefe de Estado Mayor, general Franco, fracasan. El día 5, José Antonio obtiene el mando supremo de FE y elige como uniforme del partido la camisa azul mahón, con solapas legionarias para la Primera Línea y sin la boina negra jonsista. El día 7, en plena revolución, se organiza una manifestación por la unidad de España desde la sede del partido hasta la Puerta del Sol. Durante la revolución, FE colabora de forma descoordinada con la autoridad en la represión del levantamiento. Las órdenes recibidas son ofrecer ayuda al cuartel militar más próximo o, en su defecto, al de la Guardia Civil, y nunca en los gobiernos civiles. Según Ledesma, ésta fue una gran oportunidad para aprovechar la confusión reinante y haber tomado el poder. 

Tras Asturias, el partido se reorganiza formulando los 27 puntos, que provocarán otra crisis. Los puntos 14 y 25 (laicismo, control de la Iglesia por el Estado) obligan a Moreno Herrera, dueño de la sede y principal financiador del partido, a dejar Falange. Con él se marcharán en diciembre el teniente coronel Rada, instructor de milicias, que se incorporará al tradicionalismo como inspector nacional de Requetés; el comandante Arredondo y monárquicos como Tarduchy, que ingresarán en la Comunión Tradicionalista.

El partido entra en una total crisis financiera y la militancia se reduce a unos 5.000 afiliados. Pronto se produce la reacción del ala izquierda de FE: Ledesma trata de levantar a los sindicalistas de CONS contra José Antonio, que por señorito y aristócrata es incapaz de mandar un movimiento revolucionario. Después que Onésimo y Mateo decidan mantenerse fieles a la jefatura, José Antonio interviene apasionadamente en la sede del sindicato, aplasta la rebelión y expulsa a Ledesma y otros disidentes el 15-1-1935. Estos crean unas JONS independientes, lo que provoca graves enfrentamientos y agresiones a los voceadores de la nueva revista de Ledesma, Patria Libre. Pero en febrero la crisis interna se ha zanjado.

El 29-IV-1935 cuatro falangistas parten al pueblo minero de Aznalcóllar (Sevilla) con la intención de vender el número 6 de Arriba. Un centenar de personas indignadas obligan al grupo a marcharse precipitadamente del pueblo. El jefe del servicio, Pablo Gutiérrez Tagua, da cuenta de los hechos al jefe de Sevilla, Sancho Dávila. Para hacer prevalecer su opinión, se prepara una excursión nocturna de dos escuadras, al mando de Martín Ruiz Arenado y Manuel García Mínguez, gallego y perito industrial. A las seis de la tarde salen de la cervecería Madrid de Sevilla tres automóviles de alquiler con veintiún falangistas. Al llegar a Aznalcóllar, Martín ordena a los chóferes permanecer con sus coches a la salida del pueblo, junto a dos escuadristas de guardia. Los diecinueve restantes avanzan hacia el centro del pueblo.  Comienza el despeje de la calle principal y los fascistas vocean el Arriba. Dos guardias municipales informan del hecho al alcalde, que avisa a la Guardia Civil. Mientras tanto, una piedra abate salvajemente al escuadrista Francisco Moreno, y Martín Ruiz ordena a los escuadristas armados con porras que evacuen al herido.  García Mínguez es alcanzado por una piedra. Ruiz Arenado le recoge exánime. En ese momento, cuando los falangistas tratan de alcanzar los coches, aparece la Guardia Civil y pone orden en la confusión. García Mínguez resultó muerto y dos escuadristas más fueron heridos. Entre los vecinos de Aznalcóllar hubo un muerto y cinco heridos tras el enfrentamiento. Trece falangistas fueron detenidos. José Antonio les defendió durante el proceso, que se saldó con nueve absoluciones y cuatro condenas. Primo de Rivera concedió 5 palmas de plata, 21 aspas blancas, un aspa roja y una palma de plata al banderín de la milicia provincial de Sevilla por estos servicios distinguidos. Como colofón a la tragedia, uno de los chóferes de los taxis utilizados en la expedición fue asesinado días más tarde por elementos de izquierdas.

Los enfrentamientos se suceden: razzia en los almacenes Sepu, acusados de judaísmo y de explotar a sus empleados (16-3-1935); otro asesinato del falangista José García Vara (2 de abril); muerte en Arija del presidente de la Casa del Pueblo y dos socialistas más (8 de abril); graves enfrentamientos en Aznalcóllar con varios muertos (29 de abril)...El 19 de mayo se da un importante mitin en el cine Madrid ante miles de personas. El acto tiene gran resonancia, por su emotividad (culto a los caídos) y por la ostentosa exhibición de las milicias madrileñas. El 16 de junio, José Antonio convoca a la Junta Política a una reunión clandestina en el Parador de Gredos. Ante el previsible triunfo de las izquierdas en unas próximas elecciones, se acuerda intervenir en un alzamiento.

José Antonio asegura tener el ofrecimiento de 10.000 fusiles y un general (¿Sanjurjo?), previa concentración de las milicias falangistas en Fuentes de Oñoro (Salamanca). Otro proyecto es el asalto y conquista de Toledo, con apoyo de los cadetes del Alcázar, la guarnición y la Guardia Civil. Moscardó se muestra conforme: "si el general Franco me lo ordena..." Ambas acciones parecen inverosímiles y no se concretan. Igualmente se analizan las diferentes fuerzas susceptibles de intervenir y la actitud de varios jefes militares. José Antonio propone sondear al Ejército a través de la Unión Militar Española (UME), que seguirá en contacto con el partido a través de la Sección Militar de FE en Marruecos, hasta 1936.

Tras un complot fallido contra Redondo, las relaciones Madrid-Valladolid continúan tensas todo el año 1935. Al celebrarse el Segundo Consejo Nacional los días 15 y 16 de noviembre, el partido intenta acercarse a la derecha mediante la propaganda de un Frente Nacional contra las izquierdas. Pero FE queda excluida al considerarse excesivas sus exigencias. Como colofón al Consejo Nacional se celebra un nuevo mitin en el cine Madrid, el 17 de noviembre, ante 15.000 personas (según Bravo). A fines de año se compone el Cara al Sol. El 19 de diciembre se comenta en Arriba el llamamiento de Gil-Robles al Frente Nacional: "Cualquier proposición que se encamine a asignarnos el papel de guerrilla o tropa ligera de otros partidos más sesudos no será siquiera escuchada."

El 6-III-1936 mueren asesinados los falangistas José Urra Goñi y el ex legionario Ramón Faisán, que protegían a obreros de la CONS (Central Obrera Nacional Sindicalista).  En la tarde del 11 de marzo es ejecutado en la calle Alberto Aguilera, de Madrid, el estudiante Juan José Olano y queda gravemente herido su compañero de la Facultad de Derecho, el tradicionalista Enrique Valsovel. En casa de Guillermo Aznar, el SEU (Sindicato Español Universitario), dirigido por Alejandro Salazar Salvador, prepara un atentado contra Luis Jiménez de Asúa, catedrático de Derecho Penal en la Universidad Central (donde ya había tenido altercados con los falangistas) y a la sazón vicepresidente primero de las Cortes. Asúa iba escoltado por el inspector de policía Jesús Gisbert desde que actuó como defensor de Francisco Largo Caballero en la causa sobre su responsabilidad por los sucesos que tuvieron lugar en octubre de 1934.

A las 7.30 de la mañana del día 12 de marzo, Alberto Aníbal Martínez toma el automóvil de su hermano con matrícula M-29.033 y, acompañado de José María Díaz Aguado, Alberto Ortega Arranz (tesorero de la Federación Deportiva de Derecho) y Guillermo Aznar Jarner, se apostan a las ocho frente el domicilio del profesor socialista en la calle Goya. Al salir éste, el agente Gisbert recela de la actitud de los jóvenes, y pone sobre aviso a Jiménez de Asúa. En ese momento, los falangistas intentan simultáneamente poner el coche en marcha y disparar, pero el auto no arranca. Semiagachado, Asúa corre en zig-zag entre una lluvia de cristales y consigue penetrar ileso en una carbonería sita en el número 28 de la calle Velázquez. Gisbert entra tras él y exclama: ¡Don Luis, me han matado!, y se desploma pesadamente, herido de muerte. Tras conseguir escapar, Alberto Ortega comunica la acción a dos compañeros y logra ocultarse, pero su indiscreción motiva su detención y la de los encubridores del atentado: Ramón de la Peña, Jesús Azcona, Luis Revuelta y Manuel Valdés. Alejandro Salazar logra eludir a la policía.

La conmoción es enorme, y el 14 de marzo José Antonio Primo de Rivera, casi toda la Junta Política (salvo Alfaro y Mateo), algunos jefes de centuria y muchos escuadristas son detenidos, bajo la acusación de tenencia ilícita de armas y la ruptura de los sellos del local de la calle Nicasio Gallego, 21, cerrado por orden gubernativa el 27 de febrero. Respecto a esto, José Antonio declara: "Los sellos de la puerta los ha rasgado el señor Mallo (director general de Seguridad) con los cuernos." El 15 de marzo, Falange Española tirotea la casa de Largo Caballero, y el 7 de abril pone una bomba en la casa de Eduardo Ortega y Gasset. El 9 de abril un tribunal condena al único autor convicto del atentado, Alberto Ortega, a veinticinco años de reclusión por asesinato y cinco años por tenencia ilícita de armas. Azcona, Revuelta y Peña son castigados con seis años de cárcel. Cada uno deberá pagar 50.000 pesetas de indemnización a los herederos de Gisbert. Manuel Chacel y Manuel Valdés son absueltos. El resto de los encausados consiguen burlar a la justicia. Pero aquí no acaba el drama: el 13 de abril es asesinado en el paseo de Luchana, esquina a la calle Covarrubias, el magistrado del Tribunal Supremo y ponente de la causa por el asesinato de Gisbert, Manuel Pedregal. Alberto Ortega es recluido en el penal del Dueso y morirá asesinado por socialistas en la confusión de los primeros días del golpe militar. Ya en pleno ambiente electoral, José Antonio duda entre tres posturas: una alianza con la CEDA, que fracasará por el problema de la inclusión de mayor o menor número de falangistas en las listas; la conspiración militar, o un intento de búsqueda de aliados por la izquierda, que también fracasará al finalizar sin resultados los contactos con el Partido Sindicalista de Pestaña en 1935 y con el socialista moderado Indalecio Prieto.

En febrero de 1936 parece que la Primera Línea de FE cuenta con unos 10.000 hombres. Payne da una militancia similar al SEU y 25.000 afiliados a FE. El partido se disponía a la sublevación caso de producirse el triunfo del Frente Popular. A fines de la campaña, José Antonio dice en el cine Europa de Madrid: "La Falange relegará (..) las actas del escrutinio al último lugar de menosprecio". Los resultados son desalentadores: FE logra sólo 50.000 votos y ningún escaño. Ante el triunfo del Frente Popular, se ordena una actitud expectante, por si se puede seguir trabajando en la legalidad. Se recomienda evitar provocaciones y exhibiciones innecesarias, desoyendo además toda incitación a la conspiración o golpe de Estado. Previsor ante los tiempos difíciles que se avecinaban, Bravo aconseja a José Antonio organizar eficazmente el aparato ilegal del movimiento y una Primera Línea fuerte. Unos 15.000 japistas defraudados con Gil-Robles ingresan en masa en FE. El 1 de marzo, José Antonio pide a los miembros del SEU que se incorporen a las milicias de FE. 

El día 5 aparece el último número de Arriba y el 11 es asesinado otro falangista, el estudiante Juan José Olano. Como venganza, al día siguiente pistoleros falangistas atentan contra el profesor socialista Jiménez de Asúa y matan a su agente de escolta, señor Gisbert. Clausurado el local de la calle Nicasio Gallego, la ruptura de los sellos pocos días más tarde es la excusa para la detención, el 14-3-1936, de José Antonio y de casi todos los miembros de la Junta Política, junto con numerosos militantes de Primera Línea y otros de provincias; en total, unos 2.000 falangistas. 

Pese a perder a casi todos sus dirigentes, las milicias continúan reuniéndose en secreto. El trimestre previo al golpe militar, FE tiene 40 muertos y más de 100 heridos. José Antonio envía desde la cárcel Modelo de Madrid una circular: ordena la colaboración con el Ejército en caso de alteración grave del orden público en estos días. En una carta a los militantes (21 de marzo), se les recomienda no perder contacto con sus jefes ni con sus camaradas presos. El 4 de mayo, Primo de Rivera lanza a los militantes un manifiesto, pidiendo colaboración para la sublevación. El 20 del mismo mes sale a la calle el primero de los tres números del boletín clandestino No Importa: aquí escribe José Antonio el 6 de junio: "¡Bien haya esta violencia, esta guerra, en la que no sólo defendemos la existencia de la Falange, ganada a precio de las mejores vidas, sino la existencia misma de España, asaltada por sus enemigos! Seguid luchando, camaradas, solos o acompañados. Apretad vuestras filas, aguzad vuestros métodos. Mañana, cuando amanezcan más claros días, tocarán a la Falange los laureles frescos de la primacía de esta santa cruzada de violencia." Se trataba ya de una guerra civil encubierta. Las milicias proclaman que de la vida del jefe nacional responde la de Azaña.

El 5 de junio, el líder de FE es trasladado a Alicante en medio de un fenomenal escándalo, y en una nueva circular del día 24 pide a los jefes provinciales que no se dejen embaucar por cualquier tipo de conspiradores que sólo consideren a FE como un elemento auxiliar de choque. Toda invitación a la conspiración deberá ser notificada al jefe nacional. FE ya es entonces un grupo experimentado en la lucha callejera. En los incidentes del 14 de abril ha muerto el alférez De los Reyes. En su entierro, el día 16, se produce un tiroteo con víctimas. Las represalias son de una dureza desconocida: se proclama que por cada falangista muerto se matará a 10 izquierdistas, y se pretende asaltar el Congreso de los Diputados. Las centurias de Agustín Aznar se adueñan del centro de Madrid, pero, carentes de dirección, son incapaces de forzar la situación y arrastrar al Ejército. Es tal el clima prebélico que en la villa lucense de Sarriá se proclama el Estado fascista. El 29 de junio, José Antonio envía una circular a las jefaturas territoriales y provinciales. En síntesis, se trata de lo siguiente:

1. Cada jefe territorial o provincial se entenderá exclusivamente con el jefe superior del movimiento militar en el territorio o provincia. La contraseña será Covadonga (cambiada por Granada al ser interceptado este mensaje).
2. FE intervendrá con sus unidades propias, mandos naturales y distintivos.
3. Si el jefe de FE y el militar del territorio se ponen de acuerdo, parte de la fuerza de Falange, que nunca excederá de un tercio, podrá ponerse a disposición de los jefes militares para engrosar sus unidades.
4. El jefe territorial concertará con el militar todo lo relativo al armamento largo de las fuerzas de FE. Basta con señalar el lugar donde en un momento dado se puede dirigir cada centuria, falange o escuadra para recibir armas.
5. El jefe militar deberá prometer que el mando de la provincia o territorio no será entregado a persona civil alguna hasta tres días después de triunfar el movimiento y durante ese plazo lo ejercerán militares.
6. Desde el instante de recibir estas instrucciones, cada jefe territorial o provincial mantendrá enlace constante con las jefaturas locales, para movilizaren el plazo de cuatro horas a todas las fuerzas de primera línea, y agrupar a las fuerzas en sitios determinados, en agrupaciones de una falange por lo menos (tres escuadras).
7. De no ser renovadas, estas órdenes se anularán el 10 de julio a mediodía (posteriormente se prorrogan hasta el día 20).

El 11 de julio, un grupo de falangistas toman Unión Radio de Valencia y anuncian la inminencia del movimiento nacionalsindicalista. Este mes FE alcanza la cifra de ¡70 muertos! desde su fundación. El 12 es asesinado el teniente Castillo, instructor de las milicias socialistas y sospechoso de ser uno de los responsables del tiroteo durante el entierro del alférez De los Reyes. En venganza, guardias de asalto al servicio del Frente Popular asesinaban a Calvo Sotelo aquella misma madrugada. Prevenido desde el día 16 de la inminencia del Alzamiento, José Antonio envía una carta a Mola: "Si en 72 horas la rebelión no se desencadena, la Falange comenzará por su propia cuenta en Alicante." El día 17, José Antonio envía un último manifiesto; no llega a ser distribuido. Por fin, el Ejército se subleva en Africa, sorprendiendo paradójicamente a todas las milicias izquierdistas en plena desorganización. En la zona sublevada sólo el Requeté está en condiciones de combatir. Debilitada por la clandestinidad y con sus principales dirigentes en la cárcel, FE y sus milicias necesitarán cierto tiempo para adaptarse al nuevo tipo de lucha: una guerra convencional, aunque guerra civil, que durará tres años. 

sábado, 25 de octubre de 2014

CUARTEL DE LA MONTAÑA


El asedio y asalto del Cuartel de la Montaña en Madrid fue uno de los episodios de la sublevación militar de julio de 1936, que dio comienzo a la Guerra Civil Española. La toma del cuartel, realizada el 20 de julio por las fuerzas del orden fieles al gobierno republicano y milicias obreras, fue determinante para el fracaso de la sublevación en Madrid.

Desde la victoria electoral del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se venía fraguando una conspiración por parte de elementos militares (aunque también civiles). La dirección de la misma la ejercía el general Mola, desde Pamplona, encargándose de que las distintas ramificaciones de la misma estuvieran bajo una sola dirección, fuera el caso de la conspiración en el Protectorado marroquí, en las islas Canarias o en la capital, Madrid.

A principios de julio se palpaba como inminente la sublevación, y aunque se desconocía la fecha exacta, tras el asesinato de José Calvo Sotelo ya quedó claro que ésta no tardaría en producirse. La fecha original estaba prevista para el 18 de julio. Sin embargo, en Melilla se adelantó el levantamiento (y con esta ciudad, todo el Marruecos español) para el anochecer del 17 de julio. Con ello, la sublevación se extendió por la península a partir del día siguiente.

En Madrid se encontraba la principal concentración de fuerzas militares. La organización militar territorial se componía de los cuarteles de la 1.ª División Orgánica, once regimientos, cuatro batallones independientes, dos grupos de artillería especializados, las fuerzas y parques divisionarios y del Cuerpo de Ejército, el depósito de Remonta, algunas escuelas militares y la administración de los ejércitos. 

En los alrededores estaban los aeródromos militares de Getafe y Cuatro Vientos con ocho escuadrillas operativas, junto con el recién estrenado de Barajas, de uso civil. En los primeros días de la sublevación se trasladaron a Madrid diversas compañías de Asalto de las dos Castillas al mando del coronel de caballería Pedro Sánchez Plaza, de cuyo republicanismo no se dudaba. La Guardia Civil estaba a cargo del general Sebastián Pozas Perea y del General José Sanjurjo Rodríguez Arias, como subordinado, ambos militares leales a la República. En total había en Madrid veinticinco compañías de Asalto, catorce de la Guardia Civil, cinco de Carabineros y tres escuadrones de seguridad. Sebastián Pozas era el hombre clave para hacer fracasar la sublevación en Madrid: exhortó a todas las Comandancias de la Benemérita lealtad al Gobierno, ordenando el arresto inmediato de cualquier militar que abandonara su destino.

Mola había diseñado el plan para Madrid confiando sólo en tres generales:  Fanjul, García de la Herrán y Villegas, y a cada uno se le había dado un cometido específico para el día 19. El problema era que cada uno de ellos estaba en la reserva y, consiguientemente, desconectados de la cadena de mando. Las primeras noticas de la sublevación en África llegan a Madrid por la tarde del 18, y desarrollan una actividad febril en el Gobierno: por entonces ya se sabe que la sublevación la realiza el General Franco.

El domingo 19, tras los fallidos intentos telefónicos del recién Presidente del Gobierno Diego Martínez Barrio de conciliar el Gobierno con los militares sublevados, se da la orden de acuartelar en Madrid las tropas de la 1.ª División Orgánica ya al mando del general Miaja (nombrado por Martínez Barrio). 

La instrucción de última hora enviada, procedente de Mola a los tres generales de Madrid, es la de contemporizar con el Gobierno hasta la llegada de tropas del norte, y en caso de verse copados, sacar las tropas de los cuarteles y dirigirse a la Sierra de Madrid. El día 20 dimite Martínez Barrio, presionado por diversos estamentos. La 1.ª División pasa provisionalmente a cargo de Manuel Cardenal Dominicas que finalmente recae en el general Luis Castelló Pantoja que se hallaba de camino de Badajoz a Madrid desde el día 18. 

Se hace cargo de la Presidencia José Giral, que adopta la decisión de armar a los madrileños, lo cual suponía sacar el armamento de inmediato de los cuarteles. En una reunión nocturna del día 19 decide que el jefe de la 1.ª División sea el general Celestino García Antúnez, aunque al día siguiente recayó sobre el general Riquelme.

El día 19 con excepción de Marruecos, Pamplona y Zaragoza, poco se sabía qué guarniciones se encontraban en rebeldía. La situación de la conspiración en Madrid era completamente caótica: nadie parecía saber qué hacer, y Mola no había conseguido coordinar las acciones de los conspiradores. No se sabía la actitud de los oficiales del ejército que rodeaban a Joaquín Fanjul o si el comandante de la 1ª Brigada de Infantería (el general Miaja) estaba o no con los rebeldes. En el último minuto ni siquiera se sabía quién dirigía la sublevación en Madrid, si el políticamente activo Fanjul o García de la Herrán, general al mando del regimiento de Carabanchel. Además, faltaba el nervio de la conspiración madrileña, el coronel Galarza, técnico y coordinador del plan, que había sido arrestado.

Según los planes iniciales de Mola, el general Fanjul se debía hacer cargo de la 1.ª División Orgánica, y García de la Herrán del Campamento de Carabanchel como apoyo. El general Villegas dirigía la Unión Militar Española y era el encargado de dirigir la rebelión en Madrid, pero estaba muy vigilado por la policía. Ninguno de los tres había desarrollado una estrategia concreta para el día 19. 

El General Fanjul, debido al cariz de los acontecimientos, pensaba viajar a Burgos, pero una visita del comandante Castillo a su vivienda (sita en la calle Mayor n.º 28) le hizo cambiar de opinión y se personó a mediodía del día 19 en el Cuartel de la Montaña vestido de paisano acompañado de su hijo.

Se instaló en el despacho de Serra y allí redactó un bando de guerra que nunca llegó a ser publicado. Durante estas horas intentó comunicarse con el Campamento de Carabanchel. Justo en esos instantes se interrumpió la comunicación al ser intervenidas por el Gobierno. Las piezas de artillería de 7.5 milímetros no pudieron utilizarse a causa de las operaciones de mantenimiento a la que se veían sometidas desde días antes.

Entre tanto, el gobierno republicano se decidió finalmente a repartir fusiles, siendo entregados desde el Ministerio de la Guerra hacia los centros de la CNT y la UGT, donde fueron recibidos por las masas que aguardaban impacientes. Los fusiles indicados para ser repartidos eran en primera instancia los 65.000 fusiles almacenados en el Parque de Artillería que tenían los cerrojos en el Cuartel de la Montaña. 

El teniente Rodrigo Gil, jefe del Parque de Artillería, ya había repartido 5.000 fusiles con dotación completa antes de que Casares Quiroga firmara la orden Ministerial de Guerra exigiendo al coronel Serra (Primer Jefe del Regimiento Covadonga n.° 31), jefe del Cuartel de la Montaña, la entrega de los cerrojos. Muchos de los que recibieron esas primeras armas fueron militantes de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y entre ellos figuraba Cipriano Mera, anarquista recién salido ese día de la Cárcel Modelo. 

En este instante se planteó un grave problema: se entregaron 65.000 fusiles, pero de estos solo 5000 tenían cerrojo. Los 60.000 cerrojos restantes estaban en el Cuartel de la Montaña. El ministro de la Guerra ya había ordenado al coronel Serra, al mando del cuartel, que los entregara. Ante el requerimiento oficial, se negó rotundamente y la Dirección General de Seguridad cortó las comunicaciones del cuartel. Su negativa a hacerlo señaló el comienzo de la sublevación militar en Madrid.

Según los planes iniciales de Mola, el general Fanjul se debía hacer cargo de la 1.ª División, y García de la Herrán del Campamento de Carabanchel como apoyo. El general Villegas estaba al frente de la Unión Militar Española y era el encargado de dirigir la rebelión en Madrid, pero se encontraba muy vigilado por la policía. Ninguno de los tres había desarrollado una estrategia concreta para el día 19. 

El general Fanjul llegó al cuartel la misma tarde del 19 de julio. Este era un gran edificio de planta irregular, situado al oeste de Madrid, que dominaba el valle del río Manzanares, y estaba al mando del coronel Francisco Serra. 

A lo largo del día se habían ido reuniendo oficiales de otros cuarteles y bastantes falangistas y monárquicos. El general Fanjul pronunció un discurso sobre los objetivos del alzamiento y su legalidad. Luego los rebeldes intentaron lanzarse a las calles de la capital, pero para entonces ya se había reunido ante las puertas del cuartel una inmensa multitud. Entre dicha multitud, organizada por los sindicatos UGT, CNT y otros partidos políticos, la mayoría iban armados con los 5 000 fusiles que se habían repartido y con armas propias de los sindicatos. Por otro lado estaban presentes numerosos miembros de la Guardia de Asalto y de la Guardia Civil: En total unos 8 000 congregados en torno al cuartel.

La densidad de la multitud impidió salir a los rebeldes, por lo que éstos recurrieron a disparar con las ametralladoras. La multitud se replegó, pero no ocurrió nada más hasta la mañana siguiente. Durante la noche del 19 al 20 de julio, los partidos obreros tenían el control efectivo de la capital mientras los republicanos leales consolidaban su posición en los ministerios, particularmente en el Ministerio de la Guerra. Al Cuartel de la Montaña se le puso un cerco por la Guardia Civil y de Asalto, seguido del batallón de socialistas y detrás los nuevos grupos armados del pueblo de Madrid. Poco a poco se fue calentando el ambiente, el Cuartel fue bombardeado por aire y tierra. 

El teniente Urbano Orad de la Torre, en conjunción con el teniente Vidal, fueron disparando salvas contra los muros del Cuartel por tres piezas de artillería que llegaron al lugar (arrastradas por un camión de cerveza) y más tarde contaron con la aviación de Getafe, que se había mantenido fiel al gobierno bajo la acción de Ignacio Hidalgo de Cisneros. 

En el interior, Fanjul, aunque confiado y con 2 000 soldados y 500 falangistas y monárquicos, no tenía ningún medio de comunicarse con las demás guarniciones de la capital. En aquellos momentos, las guarniciones solo podían comunicarse entre ellas por medio de señales hechas por encima de los tejados. A pesar de todo, de esta forma Fanjul apremió al general García de la Herrán (que se encontraba en Carabanchel) para que le enviase refuerzos.

Lo cierto es que fue un error fatal encerrarse en el Cuartel de la Montaña de esta manera. Allí Fanjul esperó ayuda de la sierra, pero fue al desastre. Ya para las 10 y media de la mañana, Fanjul y Serra estaban heridos. La caída de una bomba en el patio causó algunos heridos más pero, sobre todo, la moral de los sitiados cayó en picado ante el empeoramiento de la situación. La artillería también estaba siendo eficaz. Unos minutos más tarde apareció una bandera blanca en una de las ventanas y la multitud avanzó hacia el edificio para recibir la esperada rendición. Pero fue recibida con fuego de ametralladoras, hecho que se repitió dos veces más y que enloqueció a los atacantes. La cuestión de las banderas se debió más a la confusión reinante dentro de los sitiados que a una decisión premeditada.

Pocos minutos antes del mediodía, la Guardia Civil, acompañada de turbas armadas por el gobierno. entró en el Cuartel. La gran puerta del cuartel cedió ante los repetidos asaltos. Y en ese momento la multitud penetró violentamente en el patio, donde, durante unos minutos, todo fue histeria y gran carnicería. De repente, un miliciano apareció en una de las ventanas exteriores y empezó a tirar fusiles a la excitada multitud que todavía estaba en la calle. 

Por otro lado, un gigantesco miliciano se creyó en el deber de arrojar, uno tras otro, a los oficiales desarmados, que gritaban de terror, desde la galería más alta del cuartel a la desenfrenada masa que se acumulaba en el patio principal. Lo que ocurrió a continuación escapa a toda descripción: murieron varios centenares de los defensores, asesinados de forma salvaje por las turbas obreras armadas, entre ellos Serra. Unos 12 oficiales sobrevivieron al linchamiento y otros 14 fueron hechos prisioneros, siendo enviados a la Cárcel Modelo. El general Fanjul pudo ser sacado de allí con dificultad para ser juzgado por rebelión militar.

La caída del cuartel de la montaña fue el icono de la victoria gubernamental y de las masas obreras frente a la rebelión fascista. Contrariamente a lo que se piensa, los milicianos no se hicieron con un gran número de armas y municiones, si bien las preciosas reservas de municiones y armas que había presentes en el cuartel pudieron ser llevadas al ministerio de la Guerra por los guardias de Asalto.

Las demás guarniciones de Madrid no corrieron mejor suerte: un intento de sublevación en la base aérea de Getafe fue aplastado por los militares leales. Los cuarteles de Carabanchel se mantuvieron fieles tras la muerte del general García de la Herrán a manos de sus propios soldados cuando intentaba sublevar los cuarteles. La excepción fue el Regimiento de Transmisiones de El Pardo que, siguiendo las instrucciones dadas por Mola, se embarcó en camiones y se dirigió al Puerto de Navacerrada y allí convenció a las tropas de Asalto leales que se dirigían a La Granja para cortar el avance de una columna procedente de Valladolid.

La victoria republicana al aplastar la sublevación militar en Madrid fue decisiva para poder reorganizar las fuerzas de la capital y trasladarlas a la sierra, donde frenarían a las tropas de Mola, o para aplastar a las guarniciones de Guadalajara y Toledo.