lunes, 4 de diciembre de 2023

BARTOLOME DE LAS CASAS


Bartolomé de Las Casas nació en Sevilla, España, el 11 de noviembre de 1484. Se educó en la academia de la catedral de su ciudad natal y luego buscó fortuna y aventura navegando hacia el Nuevo Mundo en 1502, donde se estableció en La Española (las actuales República Dominicana y Haití). Después se trasladó y participó en la conquista de Cuba en 1511. Lo que Las Casas presenció en las colonias le cambió la vida, especialmente la aplicación del sistema de encomiendas, por el que se concedía a los aventureros y colonos españoles el derecho legal de extraer mano de obra forzada de los jefes tribales indígenas de las colonias americanas. A cambio, los europeos debían dar protección militar a los trabajadores y ofrecerles la oportunidad de convertirse al cristianismo mediante la evangelización de un sacerdote local. Las Casas había tenido una encomienda en La Española y en Cuba, donde también tenía esclavos africanos que trabajaban en sus tierras, pero el grado de maltrato a los indígenas por parte de los europeos en el proceso de colonización, que a menudo se diferenciaba poco de la esclavitud, acabó convenciendo a Las Casas para que regresara a España, donde renunció a sus bienes mundanos. Ingresó en la orden religiosa de los dominicos en 1515. En 1516, asumió la causa de los pueblos indígenas de América y fue nombrado por la Corona "Protector de los Indios".

En 1522, el fraile escribió su obra más famosa, un tratado que describía la brutal realidad de la colonización. La historia de terror se titulaba dramáticamente Brevísima relación de la destrucción de las Indias y venía acompañada de gráficas ilustraciones grabadas. La Brevísima relación era una historia seleccionada (que contenía exageraciones) que permitía a Las Casas exponer su argumento de que los conquistadores eran culpables de genocidio en su insaciable avidez de riqueza. Como dijo Las Casas, "si los demonios poseyeran oro, se encargarían de robarlo para sí mismos" (Alan Covey, 355). Por encima de todo, Las Casas hizo estallar el mito de que los conquistadores eran nobles cristianos que traían la luz, la civilización y la salvación a los pueblos de las Américas. Por el contrario, los europeos, al menos en la mayoría de los casos, traían nada menos que una ola apocalíptica de muerte y destrucción, que estaba despoblando rápidamente las Américas. Sin embargo, el autor no nombra específicamente a los conquistadores culpables de los crímenes de asesinato y tortura que describe.

Los historiadores modernos consideran que muchas de las descripciones de violencia y sadismo de Las Casas son muy exageradas, pero la Brevísima relación logró su objetivo y dio a conocer, con sus formidables exageraciones, lo que estaba ocurriendo en el Nuevo Mundo. Esto era significativo, ya que las autoridades españolas se habían fijado dos objetivos al forjar un nuevo imperio: extraer la mayor riqueza material posible de los nuevos territorios y convertir a los lugareños al cristianismo. El segundo objetivo era muy importante para el Consejo de Indias, el organismo encargado del gobierno de la América española y las Filipinas en 1524. El Consejo estaba dominado por clérigos y, aunque eran conscientes de que la explotación de los pueblos indígenas era una parte inevitable de la colonización, tenían mucho interés en que los indígenas recibieran un mínimo de protección que permitiera educarlos y convertirlos al cristianismo. Antes de 1524, el papel del Consejo lo desempeñaba en gran medida una sola persona, Juan Rodríguez de Fonseca (nacido en 1451), capellán real y arzobispo de Burgos. Fonseca fue sustituido temporalmente como consecuencia de las revelaciones de Las Casas, y quizá el fraile llegó a convencer a la Corona española de que se necesitaba una institución más formal para gestionar las Indias españolas, como se conocía entonces a las Américas.

La defensa que hizo Las Casas de los derechos de los indios americanos tuvo un efecto más concreto en la política colonial, ya que fue uno de los factores que inspiraron las Leyes Nuevas de 1542. Esta legislación intentó abolir el sistema de encomiendas o, al menos, frenar seriamente los peores episodios de maltrato, pero la posición combinada de los conquistadores y colonos (que se alzaron en violentas rebeliones) resultó un obstáculo demasiado grande, y el sistema siguió vigente durante otros 150 años. Incluso entonces, el sistema de encomienda solo se agotó debido a la pérdida de población causada por el sistema y las enfermedades europeas

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