martes, 5 de diciembre de 2023

LA MASACRE DE RUANDA


Ruanda es un Estado situado en África Central, concretamente en la región de los Grandes Lagos, cuya capital es la ciudad de Kigali. Comparte frontera al norte con Uganda, al este con Tanzania, al sur con Burundi y al oeste con la República Democrática del Congo. La mayor parte del territorio está conformado por altiplanos de entre 1200 y 2000 metros de altitud, hecho por el cual también se conoce a Ruanda como “el país de las mil colinas”. Con unos 272 habitantes por km2, es el país más densamente poblado de África en la actualidad

EL GENOCIDIO

Transcurridas apenas unas horas desde la muerte del presidente Habyarimana, las Fuerzas Armadas Ruandesas (FAR), la Policía Nacional y la Guardia Presidencial pusieron en marcha la maquinaria genocida. Los primeros asesinatos fueron estratégicos, pues las víctimas eran importantes líderes políticos, tanto tutsis como del sector hutu moderado. El día 8 de abril se instauró el gobierno provisional por iniciativa de Théoneste Bagosora, jefe de gabinete del Ministerio de Defensa durante el mandato de Habyarimana, compuesto por dos líderes extremistas hutus; Théodore Sindikubwabo, del MRND, fue nombrado presidente y Jean Kambanda, del Movimiento Demócrata Republicano (MDR), primer ministro del gobierno provisional. Este nuevo gobierno, continuista respecto al anterior, se encargaría de ordenar y legitimar las matanzas en todo el territorio ruandés. 

Inmediatamente después se produjo una increíble movilización civil por todo el país con el objetivo de la erradicación de los tutsis. Los asesinatos del día 7 de abril se fueron convirtiendo en masacres a diferentes velocidades, dependiendo de la región del país, pero una vez trascurridas tres semanas ya se
habían extendido a todo el territorio nacional. Como apunta Strauss, las zonas con mayor presencia del MRNR y del CDR fueron absorbidas por la oleada de violencia con mayor velocidad que aquellas con menor influencia de los radicales, como por el ejemplo el sur del país, donde las matanzas comenzaron más tarde.

El FPR, reanudó la guerra menos de un día después del incidente del avión presidencial. En un primer momento, las FAR lograron repeler la ofensiva del FPR, lo que permitió al pueblo hutu seguir con su misión exterminadora. Una vez comenzaron las matanzas de tutsis a gran escala, las tropas de la ONU apenas opusieron resistencia y los gobiernos extranjeros se apresuraron a cerrar sus embajadas y a evacuar a sus nacionales.

Podemos dividir el desarrollo del genocidio en tres etapas fundamentales. La primera de ellas consistió en la eliminación de objetivos concretos, erradicar el liderazgo de oposición, como por ejemplo la primera ministra Agathe Uwilingiyimana, líder hutu del sector moderado y representante del MDR, quien fue asesinada junto con diez soldados belgas de UNAMIR. Durante los primeros días fueron asesinados también otros líderes tutsis y hutus moderados.

La segunda etapa del genocidio se caracterizaría entonces por las matanzas masivas de tutsis en todo el territorio nacional, en las que participaron tanto las FAR y las guerrillas paramilitares como ciudadanos hutus. Los tutsis eran detenidos y asesinados, normalmente con armas blanca. Aquellos que no presentaban el carnet eran juzgados por su aspecto y si eran de “tipo tutsi” sufrían la misma suerte. Con el tiempo, las matanzas se fueron sistematizando y organizando; fue así como miles de tutsis murieron en lugares públicos a los que acudían en busca de protección, como hospitales e iglesias, varios miles de tutsis fueron también asesinados en sus casas. Durante estos meses, muchas mujeres tutsis fueron violadas y mutiladas antes de ser asesinadas. Los participantes solían actuar en grupo, en lugares públicos y a la luz del día, a vista de todos. Las matanzas poseían su propia escenificación en muchas ocasiones, pues los verdugos se situaban cara a cara con las víctimas, se recitaban eslóganes, cantaban, usaban ropa ritual y utilizaban como armas herramientas de la vida cotidiana, como azadas, hachas y mazos. Las torturas, violaciones y mutilaciones también tenían una fuerte carga ritual o ceremonial frecuentemente. Ya a principios de mayo, la RTLM anunciaba que el genocidio estaba “casi completado”.

En la etapa final, paralelamente a las batidas en busca de supervivientes de las oleadas anteriores, se produjeron numerosos enfrentamientos entre el FPR y el ejército ruandés. El FPR fue paulatinamente haciéndose con el control de los territorios del norte y del centro del país, al mismo tiempo que contenía a las fuerzas militares y paramilitares hutu. El FPR también consiguió agrupar y defender a miles de tutsis supervivientes. Finalmente, el 4 de julio de 1994, las fuerzas del FPR vencieron a los génocidaires en Kigali y se hicieron con el control de la capital. Con el FPR controlando el grueso del territorio ruandés, los principales líderes extremistas y militares huyeron hacia países vecinos en busca de refugio, dándose por finalizado así el genocidio. El 19 de julio de 1994 realizó su juramento el nuevo gobierno ruandés, compuesto por los principales líderes del FPR, tanto tutsis como hutus.

Es digno de mención también el hecho de que las fuerzas del FPR, en su trayecto hacia la victoria e incluso después de la guerra, perpetraron sus propias masacres y actos contra la humanidad, sobre los miembros de la élite hutu, sus familias y ciudadanos hutus en general. Un equipo de ACNUR estima que de mayo a julio fueron asesinados entre 15.000 y 30.000 personas por miembros del FPR

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