martes, 10 de agosto de 2021

HIROSHIMA Y NAGASAKI

 Las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki a principios de agosto de 1945 fueron desarrolladas en el laboratorio de Los Álamos (Nuevo México), creado para este fin a principios de 1943. 

El Proyecto Manhattan, financiado con el 2% del PIB norteamericano, logró su objetivo en poco más de dos años: la primera explosión nuclear tuvo lugar el 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo México. 

 Los dos explosivos nucleares para la bomba eran el uranio-235, obtenido en las enormes instalaciones de difusión gaseosa de Oak Ridge (Tennessee), y el plutonio-239, obtenido en los reactores de producción de Hanford (estado de Washington). Debido a las propiedades físicas del uranio-235, el diseño de la bomba fue relativamente fácil. Estaba basado en el cañón (se dispara dentro de un tubo una masa del explosivo nuclear contra otra, para así alcanzar la masa crítica y producir la detonación). 

 Al principio se creyó que el diseño basado en el cañón serviría también para "ensamblar" la bomba de plutonio, pero el trabajo de Emilio Segre (premio Nobel en 1959 y discípulo de Fermi) sobre la fisión espontánea del plutonio estableció que, antes de que las dos masas de éste se juntaran, se produciría una predetonación muy poco eficiente. 

 En la madrugada del 16 de julio de 1945, instantes después de la explosión, que tuvo lugar en la Jornada del Muerto, un desierto distante u nos 2 00 k ilómetros de Alamogordo (Nuevo México), Bainbridge felicitó a Oppenheimer y a los otros testigos presentes; acto seguido, les dijo: "Ahora somos todos unos hijos de puta". Oppenheimer comentaría más tarde que esa fue la observación más profunda de las que se habían hecho justo después de la explosión.

El primer blanco elegido fue Hiroshima. La ciudad no había sido bombardeada antes, así que era un buen lugar para notar los efectos de la bomba. Además, era la sede de una base militar. El Enola Gay, un bombardero B-29 pilotado por el coronel Paul Tibbets, sobrevolaba Hiroshima a unos 9,5 km de altura cuando liberó la bomba Little Boy, que explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo. "A las 8:14 era un día soleado, a las 8:15 era un infierno", describe en un documental del canal Discovery Kathleen Sullivan, directora de Hibakusha Stories, una organización que recopila testimonios de sobrevivientes de las bombas. 

El mecanismo interno de Little Boy funcionaba como una pistola: disparaba una pieza de Uranio 235 contra otra del mismo material. Al chocar, los núcleos de los átomos que las componían se fraccionaron en un proceso llamado fisión. Esa fisión de los núcleos ocurre de manera consecutiva, generando una reacción en cadena en la que se libera energía y finalmente desata la explosión. Little Boy llevaba una carga de 64 kilos de Uranio 235, de los que se calcula que solo se fisionó cerca del 1,4%. 

Aún así, la explosión tuvo la fuerza equivalente a 15.000 toneladas de TNT. Como referencia, tan solo un kilo de TNT puede ser suficiente para destruir un automóvil. La explosión generó una ola de calor de más de 4.000 °C en un radio de aproximadamente 4,5 km. 

Se cree que entre 50.000 y 100.000 personas murieron el día de la explosión. La ciudad quedó devastada en un área de 10 km2. La explosión se sintió a más de 60 km de distancia. Dos tercios de los edificios de la ciudad, unos 60.000, quedaron reducidos a escombros. El intenso calor produjo incendios que durante tres días devoraron un área de 7 kilómetros alrededor de la zona cero. 

Nagasaki no estaba en la lista de objetivos prioritarios. Su topografía accidentada y la cercanía de un campo de prisioneros de guerra aliados, la convertían en un blanco secundario. El bombardero Bockscar, un B-29 pilotado por el mayor Charles Sweeney, dejó caer la bomba Fat Man, que explotó a 500 metros sobre el suelo. La bomba Fat Man estaba hecha de Plutonio 239. 

La explosión fue más fuerte que la de Hiroshima, pero el terreno montañoso de Nagasaki, ubicada entre dos valles, limitó el área de destrucción. Aún así, se calcula que murieron entre 28.000 y 49.000 personas el día de la explosión. En Nagasaki la bomba destruyó un área de 7,7 km2. Cerca del 40% de la ciudad quedó en ruinas. Escuelas, iglesias, hogares y hospitales se derrumbaron. Fat Man tenía una carga de 6 kilos de plutonio, pero se calcula que solo logró fisionarse 1 kilo. Fue suficiente para liberar una energía equivalente a 21.000 toneladas de TNT. 

No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos, ya sea por la explosión inmediata o en los meses siguientes debido a las heridas y los efectos de la radiación. Los cálculos más conservadores estiman que para diciembre de 1945 unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades. Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.

Una de las consecuencias más destacables que se percibió en los primeros enfermos que sobrevivieron al horrible accidente, fue la de lograr el récord de temperatura corporal más alto registrado hasta esa fecha: más de cuarenta grados de fiebre los termómetros de los pacientes. Además, la mayoría de ellos sufrieron lo que se conoce como síndrome de radiaciones, causado por la exposición inmediata a la radiación, desencadenando lesiones en la médula ósea, el tubo digestivo o incluso pudiendo llegar a afectar al cerebro con dosis muy altas de radiación.

A largo plazo, la exposición al ambiente radioactivo provoca lesiones genéticas que se extienden durante varias generaciones y suprime las funciones del sistema inmunitario, de ahí la mayor vulnerabilidad a infecciones y cánceres.

Daños en el medio ambiente

La bomba de Hiroshima poseía 64 kg de uranio enriquecido, de los cuales solo un kilo se fisionó emitiendo material radiactivo a largo plazo. Por suerte, si es que se puede considerar tener algo de suerte en tal desastre, la bomba explotó en el aire a más de 500 metros de altura, disipándose en la atmósfera y disminuyendo las partículas tóxicas que llegaron a la superficie terrestre. Aún así, la destrucción fue prácticamente total alrededor de un kilómetro y medio.

La explosión creó una onda expansiva que ascendió la temperatura ambiente hasta los 300.000 ºC provocando potentes incendios y creando grandes corrientes de aire caliente que devoraron la ciudad. El calor extremo de la radiación térmica quemó todo en su camino, incluyendo animales, árboles, edificios y personas.

A su vez, la detonación de la bomba atómica creó un polvo radioactivo que cayó del cielo, llamada la lluvia negra, debido al color que se tiñó el cielo japonés alrededor del lugar de la explosión. Esta lluvia esparció todos los contaminantes por tierra, mar y aire provocando daños ambientales devastadores en ecosistemas marinos y terrestres.

Según la Organización Mundial de la Salud, si se usaran a la vez varias armas nucleares se podrían producir alteraciones ambientales y cambios climáticos mundiales.

¿Siguen existiendo bombas atómicas en la actualidad?

En la actualidad parece, afortunadamente, remota la amenaza de una catástrofe mundial de tal envergadura. La carrera de las armas nucleares entre las principales potencias nucleares y un conflicto nuclear de grandes dimensiones es improbable en un futuro previsible.

Sin embargo, las armas nucleares existen todavía y se siguen produciendo, nueve de los 195 países que hay en el mundo tienen bajo su poder armamentos nucleares: Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania, Rusia, China, India, Corea del Norte, Pakistán e Israel. Por ello, no se ha eliminado aún el peligro potencial de las consecuencias de su empleo.

Aún así, y desde 1970, se firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear que restringe la posesión de armas nucleares y forma parte, por tanto, de los esfuerzos de la comunidad internacional para impedir la proliferación de armas de destrucción masiva. El tratado constituye un sistema basado en tres pilares fundamentales: la no-proliferación, el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear.

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