Es un concepto filosófico-político en el cual las sociedades humanas se organizan solidariamente, basadas en su bondad natural, en un sistema de iguales, eliminando las jerarquías, sin ninguna organización preestablecida, social, religiosa o política (gobierno). No hay humanos más importantes que otros, la naturaleza hizo a los hombres iguales, y por lo tanto la sumisión de unos hacia otros les resta libertad, los hostiga y los degrada. Por eso también se los llama libertarios.
La mayoría de los anarquistas recomiendan la violencia como medio de romper las estructuras de poder. La diferencia con el comunismo radica en que éstos, sostienen que debe existir una organización estatal armada, al menos en un principio, que permita luchar contra los capitalistas, que no cederán voluntariamente sus propiedades privadas. Este “Estado Obrero” desaparecerá paulatinamente. A ese “Estado Obrero” se opone sustancialmente el anarquismo, puesto que dentro de él, también habrá jerarquías. La crítica fundamental al anarquismo es que sería un estado ideal, pero imposible de lograr en la práctica, pues al no haber relación de mando-obediencia, reinaría el caos y la confusión. En España Hasta fines del siglo XIX, los españoles habían sentido la necesidad de luchar por reivindicaciones de clase, pero el concepto de anarquismo era aún desconocido.
En 1864 se creó en Londres, la Primera Internacional, para unir a los trabajadores de distintos puntos del planeta en lucha conjunta. Participaron en ella Karl Marx, Friedrich Engels, y quien fue considerado uno de los precursores del anarquismo, Mijaíl Bakunin. Éste sostenía que los grupos humanos deben formarse por la propia voluntad de quienes los integran, y de la unión de todos esos grupos, nacería uno universal y espontáneo. Bakunin planeó un viaje para reclutar anarquistas en España, y crear allí una división española de la Primera Internacional.
Fue en 1868, cuando llegó a territorio español, Giuseppe Fanelli, con sus ideas contrarias a la organización estatal, eclesiástica y anticapitalista, prometiendo a las clases marginadas liberarse de la opresión. En 1870 se reunió un Congreso en Barcelona, donde se contaron miles de obreros, y 150 organizaciones de trabajadores enviaron sus delegados, conformándose la Federación Regional Española, que difundió sus ideas por medio de los periódicos “La federación” (Barcelona) y “La solidaridad” (Madrid). Además de anarquistas contaba entre sus integrantes con socialistas y liberales. Pero estos dos últimos grupos fueron expulsados en 1872, cuando simultáneamente, en el V Congreso de la Primera Internacional, celebrado en La Haya, ese mismo año, los anarquistas como Michael Bakunin, James Guillaume y Louis Auguste Blanqui, se separaron de la misma, denominándose anarquistas. En 1873, se produjo una manifestación violenta de trabajadores en Arcoy, por el reclamo de una jornada laboral de 8 horas, que generó una cruenta lucha contra las fuerzas policiales, que intentaron reprimirlos, y dejó gran cantidad de muertos.
Como respuesta, desde el gobierno, se clausuró la Federación Regional Española y sus publicaciones, impidiendo su actuación, y pasando a la ilegalidad. En 1892, en Barcelona, se arrestaron y torturaron cientos de anarquistas, y algunos fueron ejecutados, siendo considerados sinónimo de terroristas. En el siglo XX el desarrollo de esta ideología se plasmó fundamentalmente a través del anarcosindicalismo. En ciudades como Zaragoza, se desarrolló el anarquismo “puro”, y en otras zonas distintas variantes, como en Barcelona (anarcosindicalismo urbano) y en la zona rural de Andalucía (anarcosindicalismo, pues se desarrolla en el ámbito laboral a través de los sindicatos).
La diferencia fundamental con el anarquismo puro, estriba en que para los anarcosindicalistas, los sindicatos serían el medio de lucha, para llegar a la libertad y ausencia de poder. En 1900 surgió la Federación de Sociedades de Trabajadores de la Región Española, que subsistió poco tiempo pues el gobierno ordenó su clausura cuando las huelgas se hicieron frecuentes. El 26 de julio de 1909 comenzó una huelga general en Barcelona protestando contra el cierre de una fábrica textil y el envío de reservistas, en su mayoría trabajadores, a la lucha en Marruecos, para defender los intereses de los capitalistas españoles. Esta huelga no solo incluyó a anarquistas sino a todos los grupos de defensa de los trabajadores. Se levantaron barricadas, se destruyeron líneas ferroviarias, y se quemaron iglesias y comisarías.
Como consecuencia de esos hechos fueron arrestadas 1.700 personas, de las cuales se sentenciaron 450. El 13 de octubre de 1909, el pedagogo librepensador, Francisco Ferrer, fue ejecutado como instigador, en controvertido proceso, cuando incluso, había estado ausente de Barcelona. Tras varios intentos, frustrados de tratar de lograr una organización, por la persecución estatal, ésta se logró con la creación de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo, surgida en Barcelona en 1910) no verticalista (o sea sin jerarquías de poder) que se dividió en centros regionales, a su vez descentralizados en sindicatos, que tenían las iniciativas. Impulsaron gran cantidad de huelgas, y captaron la adhesión de un número considerable de obreros. Sin embargo, una semana después de su creación, la CNT fue declarada ilegal por las huelgas y protestas violentas que realizaron. En 1917, los trabajadores organizaron una huelga general, juntándose la CNT anarquista y la UGT socialista, que tuvo gran adhesión sobre todo en Barcelona. El saldo de estas huelgas violentas, y la represión estatal, dejó 70 personas muertas.
Durante la crisis producida durante la Primera Guerra Mundial, los obreros fueron los principales perjudicados, y la lucha contra los capitalistas se hizo más frecuente. El anarquismo sembró muchos adeptos. En 1919, la continuidad de las huelgas colocaron a Barcelona bajo la Ley Marcial, que solo logró que se produjeran nuevos paros y protestas, que finalmente lograron reivindicaciones laborales, como la jornada de 8 horas de labor. Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) los anarquistas actuaron desde la ilegalidad, en enfrentamientos sangrientos, pero luego casi depusieron la lucha ante la persecución del dictador.
En 1927, en Valencia, se fundó la FAI (Federación Anarquista Ibérica) de accionar secreto, que controló a través de sus miembros, dentro de CNT, que ésta no se alejara de los postulados anarquistas, ya que la dictadura de Primo de Rivera, con su ataque, los había vuelto más moderados. La FAI era partidaria de las huelgas generales, y aún de la realización de ilícitos para lograr fondos, como robo de bancos. Durante la Segunda República (1931-1939) retomaron su accionar, aún más radicalizado, a partir del 14 de abril de 1931, cuando se reunieron en el Teatro de la Comedia de Madrid, en un Congreso Nacional, con la participación de 511 sindicatos.
En España el auge del anarquismo fue durante esta etapa. En 1932, intervinieron en la revolución del Alto Llobregat, y un año más tarde en las huelgas de los campesinos de Andalucía. En 1934, estalló en Asturias la llamada Revolución de Octubre, donde los mineros atacaron los cuarteles de la Guardia Civil. Fue organizada sobre todo por socialistas, pero contó con un número importante de anarquistas. Esa rebelión fue sometida por el general Francisco Franco.
Frente al crecimiento político de la derecha a través de la CEDA, los anarquistas apoyaron, aunque sin conformarlo, el Frente Popular, integrado por partidos de izquierda. Durante el gobierno del Frente Popular participaron en la redistribución de tierras y manejo de fábricas por los trabajadores. Pronto también tuvieran diferencias, cuando la CNT organizó una huelga entre los empleados telefónicos. A esta siguió otra en Sevilla, todas brutalmente reprimidas y muchos anarquistas fueron deportados a África. En 1936 el anarquista Joan García Oliver ocupó la Cartera de Justicia, y Federica Montseny, el Ministerio de Salud, cuando fue Presidente del Consejo de Ministros Francisco Largo Caballero.
En las fases preliminares de la Guerra Civil, lograron fusionarse la FAI y la CNT y formaron las Milicias Antifascistas de Cataluña, y las grandes empresas radicadas en Cataluña, fueron colectivizadas, con gran número de industriales víctimas de violencia. Con la Guerra Civil hubo un gran enfrentamiento con el PCE (Partido Comunista de España) que luchaba por el bando republicano, sostenido por el gobierno soviético. Al ser reemplazado Largo Caballero, por Juan Negrín, los anarquistas perdieron su poder. Cuando advino al poder el régimen franquista, que tuvo en el anarquismo una seria y violenta oposición, muchos anarquistas, fueron presos o ejecutados.
La CNT con un millón de miembros, siguió actuando desde la ilegalidad. En 1960 las ideas anarcosindicalistas, tuvieron cabida en Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y Juventud Obrera católica (JOC), organizaciones obreras antifranquistas. En 1979 la CNT se dividió, en una agrupación que conservó el nombre original y no participa en elecciones sindicales y la Confederación General del Trabajo, que sí lo hace.
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